Desde el 10 de enero del año anterior, cuando el gobierno de China puso en manos ticas el Estadio Nacional, este majestuoso coliseo se ha convertido en una joya candente como brasa para quienes tratan de administrarlo.
Pareciera que su imponencia deslumbra tanto que ciega y, así, se cometen equivocaciones. El Estadio hace recordar el anillo que por momentos hizo perder el juicio a quienes lo utilizaron en la saga de El Señor de los Anillos, todos nublados por el poder.
Primero fue la exministra Giselle Goyenaga, luego el administrador Rándall Gutiérrez y ahora William Todd, los que no han sabido domar a la joya sabanera.
De Goyenaga se recuerda su atraso con respecto a los actos de preparación para la inauguración del Estadio, además de que no avanzó en el fideicomiso con que se administrará el Nacional.
Gutiérrez, por su parte, fungió como gerente interino del Estadio sin existir un convenio entre Casa Presidencial, adonde pertenecía su plaza, y el Icoder, entidad poseedora de la obra.
Gutiérrez falló, además, en que sobreutilizó el Nacional con conciertos y partidos, lo cual generó deterioro de la gramilla y pista.
Por último, William Todd erró al solicitar entradas para una actividad benéfica, además de que comenzó a cambiar las reglas de arrendamiento del Estadio, lo cual causó descontento entre organizadores de actividades.
Todd, quien estuvo en el cargo desde el 13 de mayo anterior, hasta ayer, también se equivocó, de acuerdo con la Presidenta de la República, al decir que el Estadio se puede manejar sin el fideicomiso que el gobierno firmó el año anterior con el Banco Nacional.