29/09/11 Multispa Cipreses curridabat entrevista con el subcampeon Centroamericano y del Caribe en Fisicoculturismo Evaristo Cortez (Adriana Araya)
Estar entre los últimos nunca estuvo en la mente de Evaristo Cortés, pues desde los seis años ser el último representaba “llevar cuero”.
A esa temprana edad, este oriundo de Cachí, e integrante de una familia de 17 hermanos –13 hombres y cuatro mujeres–, era llevado por su padre, Eligio Cortés (q.d.D.g.), a coger café.
“Éramos 13 hombres –dos ya murieron–, y mi papá nos llevaba a trabajar el campo, no era un juego, era de que el que terminaba de último ‘llevaba leño’”, expresó Cortés.
Aquel duro recuerdo de niño, en el que el padre representó, según Cortés, autoridad y agresión, es el combustible que le llevó a obtener el subcampeonato centroamericano y del Caribe de fisicoculturismo en peso pluma (65 kilos), el sábado anterior en El Salvador.
Pero eso no es todo, ya que acumula 13 coronas nacionales y una medalla de oro en los Juegos Deportivos Centroamericanos disputados en Guatemala en el 2001.
Cada logro lo esculpió con la misma paciencia y determinación que ha trabajado su cuerpo.
“El fisicoculturismo es construir un cuerpo, es moldearlo, son detalles, es tener simetría en todo, el que logra el mejor equilibrio en todo el cuerpo es el que gana, así también es en la vida”, apuntó.
La pasión por verse y sentirse bien no es cuestión de moda para
“Cuando salí de la escuela, a los 12, me puse a trabajar porque no había plata para el colegio, fue cuando me dieron ganas del gimnasio”.
Pero las ganas no calzaban con el ingreso que le generaba el trabajo en una empacadora de chayotes de Ujarrás, donde laboró.
“Hacía de todo, sembraba chayote, ‘volaba pala’, atomizaba, ‘chapiaba’, cargaba los trailers, lavaba chamol, yuca..., de todo”.
En la empacadora se mantuvo hasta los 17, y de ahí pasó al beneficio Cafex, en el que trabajó durante cuatro años como ‘chambero’ (ayudante de carga y descarga).
“Éramos un grupo de ocho compañeros, por día cargábamos 20 contenedores de 250 sacos cada uno y descargábamos entre 15 y 20, eran jornadas de hasta 18 horas, a veces uno dormía encima de los sacos esperando para cargar los trailers porque el barco se iba”.
Cortés recuerda que de ‘conchero’, como también se le conoce a dicho oficio, ganaba ¢7 por saco.
Gracias a ello cumplió su sueño de vida: pagarse el gimnasio.
Empezó a alternar sacos con pesas, y, de vez en cuando compitió en torneos de fisicoculturismo.
“Quería ser entrenador de gimnasio, empecé en el Atlético y Apolo, los dos de Cartago, luego me vine al Victoria Gym, en San Pedro (Montes de Oca) y desde hace 13 años estoy en Multispa Cipreses”.
Para ejercer como entrenador personal,
Después de seis años como entrenador de planta en Multispa, desde hace siete tomó la decisión de laborar con clientes propios.
“Tuve miedo, era dejar un trabajo con seguro, aguinaldo y todo, pero me dije que si quería surgir tenía que hacerlo, la pulseé, y, gracias a Dios, clientes es lo que me sobra.
“Nunca he aspirado a nada menos que ser el mejor, es algo muy propio, soy competitivo, en lo que me meto me gusta ser el primero”.
A sus 38 años, casado con Yolanda Gutiérrez y padre de Sebastián (seis años) y Josué (tres), Cortés dice creer poco en la suerte.
“Creo en el trabajo y en Dios; hace como seis años me robaron la moto, y ese día le dije a la doña: negra, eso no es nada, se robaron la moto, pero no nos pasó nada”.
“Me vine a trabajar, y a los 10 días tenía carro, solo Dios hace eso, lo que pasó fue que me pegué el último de los 100 carros que rifaba el Ticobingo. Me ha ido bien y siento que me va a ir mejor”, aseguró con la misma determinación que le ha convertido en un triunfador.