Roy Vargas tiene más de 20 años de practicar el atletismo y en ese tiempo nunca había sufrido una lesión de la magnitud a la que se enfrenta ahora.
El miércoles anterior, estaba en el colegio San Diego, de la Universidad Earth, donde labora como profesor de Educación Física. Al mediodía salió a comprar los tiquetes de bus de una compañera, pero cuando regresaba se tropezó y se fracturó la rodilla derecha.
Dos días después de ese desafortunado momento, sentado en la sala de su casa, en Zetillal de Santa Bárbara de Heredia, uno de los corredores pedestres con más trayectoria en Costa Rica cuenta cómo vivió ese momento.
"Mis compañeros me dijeron: 'Es nada más un raspón', pero yo sabía que no. Me sentí la rodilla cuando me dio vuelta totalmente, diay, ni modo...", mencionó con resignación Vargas sobre el momento.
"Fue una caída sin gracia, inclusive en la mañana corrí 19 kilómetros, a cuatros minutos por kilómetro, y estaba contento", agregó el corredor de 37 años.
El dolor fue intenso, pero Roy logró mantener la calma, aunque por momentos sintió mareos. Minutos después fue atendido por el médico de la Universidad Earth, en Guácimo de Limón, y después fue trasladado al hospital de Guápiles.
El día se hizo eterno, porque volvió a su casa hasta la madrugada del jueves, junto a su esposa María Sánchez, quien es su apoyo para poder movilizarse, ya que por ahora tiene un yeso que le cubre desde el muslo hasta el tobillo.
Por ahora no sabe con exactitud cuánto tiempo estará sin correr, pues será hasta este martes que visite al especialista, pero el pronóstico es entre 6 y 7 meses, ya que la cirugía es la única solución.
Con ese panorama, el Cachorro, como se le conoce en el atletismo, sabe que este es el momento más difícil por el que pasa. Anteriormente había vivido lesiones, pero nunca de este tipo.
De hecho, hace alrededor de cuatro años se le diagnosticó una hernia inguinal (protuberancia en la ingle), lo operaron de emergencia y estuvo mes y medio sin correr.
Esa situación fue determinante en su vida y hoy ve los frutos de la decisión que tomó en aquel entonces. Más allá del problema físico, Vargas se dio cuenta que no podía vivir de las carreras de los domingos.
"En esos años estaba dedicado solo a correr, igual tenía el apoyo de un patrocinador, pero no era lo suficiente para cubrir todas mis necesidades económicas, entonces cuando me pasó lo de la hernia llegué al punto en que tuve que vender granizados", recuerda.
Fue ahí justamente cuando se dio cuenta que debía buscar otra fuente de ingresos y optó por terminar las pruebas de grado, que era lo único que le faltaba para graduarse en Educación Física.
"Ahora veo la situación que estoy pasando y si no fuera por este trabajo, que gracias a Dios tengo, imagínese cómo sería..."
Con esa tranquilidad, su reto será contener la desesperación al no poder hacer sus tareas cotidianas.
"Es duro, es triste... con solo estar acostado todo el día me desespero, e inclusive en las noches no puedo dormir bien, porque solo boca arriba puedo estar y me cuesta".
Tanto dejar de dar clases a sus alumnos, como no poder correr, son las situaciones que más lo afectan.
Por ahora sabe que el regreso al asfalto será difícil, pero asegura que intentará volver a ser competitivo.
"Los primeros días me va a costar mucho porque sé que voy a subir de peso, pero con la ayuda de Dios puedo ir recuperando el nivel y si no, por lo menos mantenerme corriendo, que es lo que me gusta, además de ayudar a la gente y transmitir conocimiento de todo lo que he aprendido", afirmó Vargas.
Parte de su experiencia la comparte con dos grupos de atletismo que tiene a su cargo.
"Me duele eso, no poder ir a entrenarlos, pero creo que puedo jugármela, porque ellos son muy profesionales, entonces con los planes de entrenamiento al día, voy trabajando sobre eso", explicó.