Andrey Amador puede agregar un apunte más en su anecdotario: este martes llega a las 100 etapas disputadas en el Giro de Italia.
Ese número se traduce en experiencia y progreso, algo que a él ni le pasaba por la mente aquel 8 de mayo de 2010, cuando se bautizó en la ronda italiana.
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Ese día, corrió una contrarreloj individual (CRI) de 8,4 km en Ámsterdam, Holanda, a donde también llega el Giro, que fue su estreno en grandes vueltas, como se le llama a las carreras de 21 etapas (Giro de Italia, Tour de Francia y Vuelta a España).
Tenía tan solo una temporada en profesionales, vestía el uniforme del Caisse d’Epargne y estaba muy nervioso, pero emocionado.
El debut no fue malo: puesto 136, a 51 segundos de Bradley Wiggins, quien registró 10:18.
Eusebio Unzué lo llevó a ese Giro porque Amador no era como los otros novatos y quería ver su comportamiento en una grande.
Desde entonces, no ha habido una temporada en la que Amador no esté presente en al menos una de las carreras de tres semanas.
Rigo pinchó y Andrey le dio su rueda para sacarlo del problema.
Así se estrenó como peón y pasó algo que lo hizo aprender más. Su coequipero David Arroyo asumió el liderato y eso sirvió para que Amador tuviera la experiencia de trabajar para un líder.
“El primer Giro fue raro, se hizo una escapada y se puso Arroyo de líder. Estar atrás y adelante, fue una cosa que no estaba programada. Era la primera de esas vueltas para mí y yo decía: ‘Juepucha, es el Giro de Italia y yo estoy aquí’, o sea, estaba, pero ni me lo creía”, contó Amador.
Para el 2012, volvió al Giro y tenía ganas de mostrarse, como revancha por lo que sufrió en el Tour de Francia del 2011, cuando se lesionó el primer día.
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Ahí iba con libertad y la aprovechó. El 19 de mayo ganó la etapa 14, disputada sobre 205 kilómetros entre Cherasco y Cervinia.
“Cuatro etapas antes fui tercero y era el día que mejor me sentía, pero como la vida es así y uno no sabe lo que nos espera, lo busqué en Cervinia y ganamos. Si no ganaba ahí, ya no iba a ganar nunca”, relató el nacional.
En el 2014, Amador fue al Giro con el propósito de que Nairo Quintana fuera campeón y lo consiguió, pero esa carrera fue un sufrimiento para ellos.
Hubo una caída masiva y casi todo Movistar estaba en el piso. Nairo se golpeó mucho y el tico, pese a que tenía un esguince cervical, se aguantó el dolor y corrió con el corazón por su amigo.
“Poder ganar el Giro de Italia con Nairo es algo indescriptible, fuimos a eso, a ganarlo, y teníamos que trabajar al 100 por 100 para eso y cuidarlo. Fuimos campeones por equipos y el último día todos llevábamos las medias rosadas, festejando”, apuntó.
Al año siguiente, en 2015, Amador no tenía que trabajar para un capo y se demostró a sí mismo que es capaz de cualquier cosa, porque terminó en el cuarto puesto de la general.
“Eso me dio confianza. Si antes me lo hubieran planteado, no lo habría creído, pero ahora sé que puedo hacerlo y que tengo capacidad. Si lo hice es porque tengo algo. Y eso debo pulirlo, cuando uno se motiva, cambia”.
El año pasado prometió más y el costarricense ya cumplió, porque en esta edición 99 del Giro se dio el lujo de vestir la maglia rosa de líder general durante un día.
“De verdad que eso siempre será inolvidable para mí. De pequeño me sentaba frente al televisor a ver estas carreras y yo me decía que quería estar ahí. Ser líder de una grande es algo que siempre soñé, se logró y se lo dedico a Costa Rica”, apuntó Amador.
Esas grandes hazañas que ha logrado año a año en el Giro, lo hacen ratificar que esta es la carrera que más disfruta.
“He llorado una y mil veces por el ciclismo y seguro me tocará llorar más, por alegría, tristeza y hasta impotencia por una lesión o un mal resultado”, reveló.
La etapa 100 de Amador en el Giro tiene un alto grado de dificultad. Son 132 kilómetros entre Bressanone y Andalo, pero con dos puertos de montaña de segunda categoría y otra más, pero de tercera categoría.
"El problema con estas etapas, después de un día de descanso (este lunes), es que hay gente a la que no le cae bien esa inactividad y con todo el maltrato que se lleva en el cuerpo, puede pasar factura", analizó José Adrián Bonilla, exciclista profesional.