La edición 100 del Tour de Francia bajó su telón y con ella despidió a Andrey Amador , el costarricense del Movistar Team que se irá de París con la labor cumplida, aun cuando en sus maletas se traiga más sacrificio que protagonismo.
El tico fue todo lo que su equipo esperaba de él: un defensor del grupo en lo llano y un peón de lujo en lo alto, una labor que tal como se anticipó le redujo las aspiraciones en el apartado individual.
La mala costumbre que le dejó al país aquel histórico triunfo en el Giro de 2012 hizo que la afición costarricense se quedara con el pendiente de una alegría de etapa, una lucha que Amador prometió y que sin duda libró, con el gran condicionante de que ahora corría un Tour.
Su equipo (luego de ayer segundo en el ránquin ProTour) y el reconocimiento que ya goza en el pelotón mundial lo hicieron lidiar con una presión adicional, aún así pequeña en comparación a las reglas de correr para un conjunto con aspiraciones de podio.
Por eso, el inédito segundo lugar que Nairo Quintana le regaló al ciclismo de Colombia y Latinoamérica es sin duda la base sobre la cual debe evaluarse el trabajo del tico, porque fue él, junto al resto del Movistar, los que pusieron en aprietos la hegemonía de Chris Froome.
Estrategia. El segundo paso del mejor ciclista costarricense de la historia por el legendario Tour de Francia acabó con una posición 54, a casi dos horas de distancia del nuevo campeón Froome.
El resultado se lee fuerte, pero en el ciclismo no lo es.
Para un peón, como es el caso del tico, acabar 54 entre 200 de los mejores ciclistas del mundo es más que sobresaliente y las dos horas de diferencia un reflejo del desgaste que hizo para levantar a los suyos.
El rol de gregario así lo exige, porque se trata de sacrificar el físico para que el capo llegue lo más entero posible al cierre.
De eso fue testigo la edición centenaria del Tour, que vio al tico socorrer a su jefe de filas Alejandro Valverde tras el infortunio de la etapa 13 o llenarse de caramañolas antes del último ascenso al mítico Alpe d’Huez, donde figuró en la escapada del día antes de quedarse flotando para asistir a los tres hombres fuertes del Movistar.
También hay que decir que no fue el mejor Tour para Amador, como él mismo reconoció , muchas veces falto de las sensaciones tan necesarias que la carrera exige, otras sin la suerte sobre el asfalto que al final también juega.
Eso, por ejemplo, le pasó en la etapa 16, una fracción que el tico quería pero que finalmente no buscó porque el corte le favoreció a Rui Costa, su coequipero y a la postre vencedor del día.
Así, aunque su nombre no trascenderá entre lo más destacado de la edición 100 de la ronda gala, en su currículo Andrey Amador podrá escribir que él ayudó a Latinoamérica a escribir su página más dorada en el Tour de Francia.