Madrid. AP Estados Unidos es el indiscutible rey del baloncesto. Y las dudas que surgieron cuando el técnico Mike Krzyzewski anunció la plantilla para el mundial de España fueron solo un espejismo.
La selección norteamericana arrolló ayer, por 129 a 92, a Serbia en la final del torneo en el Palacio de los Deportes de Madrid. Así revalidó el título de hace cuatro años en Turquía, sumó la quinta corona de su historia –igualando a la ya desaparecida Yugoslavia– y demostró que el básquetbol internacional ya no es territorio hostil, con o sin las mayores estrellas de la NBA presentes en la duela.
La victoria fue la número 65 de forma consecutiva en Juegos Olímpicos o mundiales. La última derrota de Estados Unidos se remonta a 2006, cuando cayó contra Grecia en la semifinal del mundial. El impresionante récord de Krzyzewski en el banquillo es de 77-1.
El partido contra Serbia apenas duró cinco minutos. El tiempo que tardó Estados Unidos en responder con un parcial de 15-0 al agresivo arranque serbio.
El base de los Cavaliers de Cleveland (y nuevo compañero de LeBron James) Kyrie Irving, con 26 puntos, y el alero de los Rockets de Houston James Harden, con 23, lideraron el juego norteamericano.
La superioridad fue total en defensa, en pintura y en tiro exterior. Estados Unidos anotó 15 triples, por los cinco de los europeos, y contabilizó un acierto que rozó el 70% en la primera mitad.
Los estadounidenses sentenciaron el partido antes del descanso, con casi 30 puntos de ventaja. Los dos últimos cuartos fueron puro espectáculo por parte de las dos selecciones. Volcadas, tapones y rápidas transiciones que hicieron las delicias del público presente.
En Serbia, Milos Teodosic, con 10 puntos, y Nemanja Bjelica, con 18, pelearon por evitar que el resultado fuera todavía más escandaloso en contra de los europeos.