Limón. Su tez de ébano y sus dientes blanquísimos rompen la rutina en el camerino verdiblanco.
Con alegría rebosante, y bromas, Delberth Cameron esconde el cansancio por la jornada de misceláneo que cada día afronta en los muelles de Japdeva.
“Trabajo de misceláneo en el muelle, entro a las 6 a. m. y me dan chance, cuando es en la mañana –el entrenamiento–, de irme a las 8 a. m. y volver más tarde”, manifestó Cameron el pasado jueves.
A sus 31 años, Cameron dice que su presencia en Japdeva se debe a que la situación en el equipo es difícil con la falta de salarios.
“Desde que cayó (Carlos) Pascal a prisión –2 de junio del 2011– estamos sin salario completo. Uno agradece que Japdeva le ayuda, ahí me han dado la mano, estoy fijo y me ayudan para seguir jugando”, añadió el delantero.
Según expresó el atacante, las ganas de mantenerse en el futbol se las da Dios, su esposa e hija.
“Cuando uno tiene al Señor no necesita mucho para vivir porque el Señor todo se lo da a uno, aún en lo poquito que uno le llega, y pellizca, siempre estamos ahí mi esposa, yo y mi hija”, comentó antes de comenzar la práctica de la tarde.
Las ganas de salir adelante son tantas en este hijo del barrio Los Cocos, que con seis conquistas, cuatro menos que Henry Cooper, es el segundo mejor anotador del conjunto verdiblanco.
“Acá hay gente amable y culta; no es como se piensa, que uno es negro y si viene alguien blanco lo va a matar, no es así”, sentenció.