25/1/13. Estadio Nacional. Copa UNCAF. 1er tiempo: Belize 0 - Honduras 0. foto: eyleen vargas (Eyleen Vargas)
Honduras le dijo no a otra sorpresa beliceña y se clasificó a la final de la Copa Centroamericana en un partido de poco atractivo pero que premió al que lo intentó más.
Como era de esperarse, la obligación que la tradición le otorgaba al equipo catracho se hizo palpable en el terreno de juego: dominó el encuentro con relativa calma, pero aburrió con su falta de efectividad.
Belice, en cambio, jugó con la tranquilidad del que ya cumplió, a sabiendas de que, con el boleto a la Copa de Oro en el bolsillo, todo lo demás era ganancia.
Esa particularidad dejó ver al conjunto de Le Roy Sherrier mucho menos compacto atrás y varios pasos más arriba adelante, tratando de jugar a lo que saben y les ha funcionado: el contragolpe.
Sin embargo, el cansancio y un par de cambios tempraneros terminaron de volcar la balanza a favor del ahora finalista Honduras.
Rivalidad. La histórica rivalidad entre ticos y hondureños le permitió a Belice jugar de local: ayer el “ole” se sintió en las graderías con la más mínima combinación de pases de los beliceños.
Fue una particularidad que a ratos resultó hasta graciosa, pero que alentó a la sorpresiva cenicienta del área a soñar con algo más grande en un torneo ya de por sí histórico para ese país.
Un par de diagonales y alguno que otro centro bien dirigido fueron los únicos peros a la calma catracha en esa primera mitad, pero para hacer justicia, Belice tampoco la pasó muy mal.
El problema fue que las salidas de San Méndez (19’) y Ashley Torres (38’) golpearon el libreto del técnico Sherrier Lewis y la condición física de sus pupilos, que de paso arrastraban un juego más que su rival de turno.
Esa particularidad se sintió muchísimo en el complemento, pues el desgaste de una semana de competencia esta vez sí hizo mella en las piernas de los beliceños.
Así, el segundo tiempo fue todo de Honduras, que se cansó de tocar la puerta del aplomado arquero Woodrow West sin mayor éxito.
El problema es que cuando las piernas ya flaquean, los errores se reproducen y entonces viene el asedio cansino, el mismo que por lo general siempre lleva al gol y que anoche no fue la excepción.
Fue una jugada por derecha de Óscar García, quien filtró un balón al área grande para Brayan Beckeles al 67’, una anotación que solo un reducido sector del estadio celebró, pero que para los hondureños fue un ansiado desahogo.
Honduras le cumplía a su historia y tradición y se metía a la final, no sin antes dejar en la gramilla del Nacional un poco más de sudor.
Un tiro libre y dos de esquina hicieron de despedida para Belice, que por última vez en esta Copa quiso hacer más grande su historia.
Honduras metió a todos sus hombres atrás para evitar la sorpresa y Le Roy Sherrier le sonrió satisfecho al gesto: ningún rival puede decir este año que le pasó por encima a la cenicienta del área.
El humilde Belice se dio el lujo de hacer historia.