Cartago. Cabizbajo, como alma en pena, Néstor Monge transitaba expulsado de la gramilla al túnel...
Entre tanto, en el banquillo, Daniel Casas se rascaba la cabeza.
La tarjeta roja a su pupilo, apenas en el minuto 60, complicaba en grado extremo al estratega de Pérez Zeledón, quien mantenía un cero a cero nada despreciable, según la lógica del visitante que pellizca un punto en el patio del anfitrión.
Sin embargo, lejos de redoblar precauciones, Casas optó por arriesgar con dos piezas ofensivas.
Albán Gómez y Luciano Bostal fueron sus cartas del 70’. Y un minuto después, Bostal tocó en forma magistral para que Camilo Aguirre resquebrajara la ordenada línea defensiva del Cartaginés.
Un mal despeje de Andrés Flores, quien sacaba una tarea nítida, se convirtió en el lunar que facilitó a los Guerreros del Sur dictar sentencia ante el líder, al minuto 71.
Este fue el segundo revés de los paperos en el Verano y el primero que sufren ante un escenario pletóric o de “¡Vive, vive!” , gr ito y pasión de la tribuna blanquiazul.
Aunque Cartaginés aún es el puntero del certamen, resulta inquietante que cedió ocho puntos en cuestión de una semana.
Boletas con mensaje. Lo interesante del segundo tiempo entre cartagineses y generaleños radicó en que, precisamente, el mensaje implícito en las tarjetas de Daniel Casas lo captaron todos, menos el equipo adversario.
De ahí la paradoja. Mientras los disminuidos celestes del Sur se afanaban en las cercanías del arquero Luis Torres, en el libreto de la Vieja Metrópoli se abrían grietas defensivas e interrogantes en la zona de gestación futbolística.
Simplemente, en el sector de las ideas no había un ser brumoso capaz de ligar pie con pie, de dosificar las fuerzas, ni de imponer criterio y control de la pelota.
El primer tiempo careció de emociones. Los equipos procuraron no correr riesgos.
En el elenco local, era evidente que Leandro Silva no había llegado en su mejor mañana, pues erraba reiteradamente los servicios, un factor negativo que acabó por atascar los avances de los anfitriones.
El esquema de Pérez Zeledón privilegiaba el amarre en bloque de las principales piezas creativas del Cartaginés. Por eso el inventario del primer tiempo ofreció muy pocos réditos para ambos.
En el complemento, la situación fue distinta. Por un lado, Cartaginés parecía resuelto a atacar. Por el otro, el Sur sabría responder.
Así vimos lances de ida y vuelta en los primeros cinco minutos del reinicio, hasta que se dio la expulsión correcta de Néstor Monge y, tras ésta, el punto de giro y paradoja del 71’ en la trama del fervor.
El Sur–celeste asestó una herida que sangró , hasta el último pitazo, en las redes del líder azul.