Las dos primeras personas, un joven de contextura gruesa y un anciano con sombrero, no supieron responder, pues ninguno de ellos era orotinense. El tercer interrogado, un muchacho delgado y educado, señaló los poyos que por lo general ocupa el exguardameta, nacido el 7 de julio de 1940, y que jugó en la categoría de Primera División desde 1964 hasta 1987.
“Ahorita no está, pero da la casualidad de que vive en frente de mi casa, con mucho gusto lo llevo”. Caminamos unas pocas cuadras y llegamos rápido a la vivienda de quien jugó con Puntarenas F. C., el Municipal Limeño de El Salvador, Deportivo México (Municipal San José), el Real España de Honduras, Guanacasteca, Municipal Liberia y San Miguel, equipo con el que se retiró.
“¡Nica, Nica!”, gritó el muchacho desde el portón de la casa y en breves minutos apareció el arquero que atajaba con boina. Me dio pena haber interrumpido la siesta que disfrutaba a quien siempre consideré un fuera de serie.
Me invitó a pasar al corredor de su vivienda, en donde evocamos momentos inolvidables del fútbol con la complicidad de la memoria, la palabra y algunas fotografías. “¿Verdad que usted nunca jugó con Saprissa?”, le pregunté. “No, pero sí lo reforcé en aquel partido contra el Santos de Brasil, que vino con Pelé en 1972. También reforcé a la Liga, Herediano y a Orión”.
Conversamos sobre el exgoleador Juan Ulloa, Catato Cordero, Palomino Calvo, Marco Antonio Rojas, Jaime Grant, Johnny Alvarado, Roy Sáenz, instantes dulces y amargos, y broncas deportivas.
Asimismo, sobre virtudes y defectos de los porteros actuales; por ejemplo, las deficiencias al colocar una barrera, despejar con los puños, ubicarse ante un tiro de esquina y enfrentar al delantero que corre con el balón hacia el marco.
¡Cuánta falta hace ver a un portero como Didier Gutiérrez en el campeonato nacional!