Sí, pero jugar bien, como los grandes, como si fuera ficha del FC Barcelona o del Real Madrid, como si parte de su misión fuera opacar a Joel Campbell y Bryan Ruiz.
Eso sí, enfocado en los intereses y necesidades del país (juego en equipo) y no en lucirse y robarse el show (juego individualista).
Y es que correr por correr, sudar por sudar, saltar por saltar, pasar el balón por pasarlo, rematar por rematar, marcar por marcar, barrerse por barrerse, cabecear por cabecear, despejar por despejar, hacer una pausa por hacerla, replegarse por replegarse y gastar el balón por gastarlo lo hace cualquiera, pero jugar en serio, con visión estratégica y midiendo bien los tiempos es un arte reservado para los crack .
Es así como queremos, mejor dicho, necesitamos (¡nos urge!) verlo actuar a lo largo y ancho del terreno: en las áreas chicas y las grandes, el centro del campo, debajo de los marcos, las bandas, las esquinas. Es lo que esperamos y demandamos todos los costarricenses, aficionados o no al fútbol...
Igual comportamiento debe mostrar cuando se encuentra en el camerino. En este espacio, a solas con su equipo, requerimos que sea un líder que orienta, ordena, desafía, motiva, inspira, innova, arriesga, piensa en grande, inculca el Fair Play y no que se comporte como un simple capitán gritón de esos que abundan en los partidos de canchas abiertas.
No podría ser de otra manera porque el punto crítico en que se encuentra este juego de todos (cuya cancha otros dejaron embarrealada) no es para pasársela haciendo piruetas, series, rabonas, bicicletas, túneles y otras fantasías que aportan más espectáculo que resultados y victorias.
La amenaza de vernos sometidos (como a finales de los 70 e inicios de los 80 del siglo pasado) a una tensa e incierta serie de penales, obliga a jugar con sentido de responsabilidad en lugar de hacerlo para las cámaras o las graderías.
Tampoco se vale conformarse con patear las bolas hacia adelante —como han hecho muchos— para que el jugador que entre de relevo en el 2018 enfrente una contienda aún más complicada y casi sin derecho a tiempos extra.
No es que hasta ahora no haya jugado o lo haya hecho mal del todo, sin embargo a ratos olvida sus condiciones de crack y juega mejenga o futbolín.
Todos queremos verlo jugar, pero en serio.