Se avecina el cierre de campeonato. Y con ello las polémicas de cada jornada, sobre todo cuando se trate de evaluar los nombramientos y actuaciones de los árbitros. Casi como un mandato bíblico, antes de juzgar serán juzgados. Cada vez que salga un nombre a la luz pública, vendrán por su cabeza los detractores y muy pocos moverán la cabeza en aprobación.
En los últimos partidos de seguro estarán los de siempre, pero que las masas quisieran que fueran los de nunca: Wálter Quesada, Jeffrey Solís, Henry Bejarano, Randall Poveda o Hugo Cruz. Aunque tal vez en esta ocasión manden al ruedo a un Andrey Vega o Cristian Rodríguez, los novatos de más actuaciones.
Pero no importa el nombre, cualquiera de ellos será siempre el perro flaco de las pulgas futboleras. La Liga brincará si en cualquier instancia le nombran a Jeffrey Solís (no lo quiere desde que expulsó a McDonald en un clásico final), o si es Wálter Quesada, al que culpó por su última derrota ante Herediano.
El Team no quiere ni en pintura a Henry Bejarano, desde aquel episodio en que –según denunciaron – pidió la camiseta de un jugador liguista, tras ser vencidos por los manudos en la final de Invierno 2011.
Los morados en su momento pegaron el grito al cielo contra Wálter Quesada, porque Raúl Pinto lo “pidió” para un clásico. Pero al que sí no quieren es a Andrey Vega, que lleva la cruz de haber pitado dos de las más frescas y dolorosas derrotas moradas, en el clásico y frente a Cartaginés. “Es el árbitro más malo”, dicen que dijo Francisco Calvo, en proceso de investigación.
Si Cartago está en la segunda fase, como ocurrirá, tendrá razones de sobra para llorar por cualquier nombramiento. Es al que peor le ha ido en su historia de finales. A lo mejor, el día que encuentren su muñeco lleve puesto un trajecito negro y un silbato colgando al cuello.
Tal vez sea el tiempo para Pedro Navarro, pero puede ser que ese “tumbao” que tiene al caminar - a lo Pedro Navaja- no le haya permitido a sus 37 años una gran oportunidad, más que una final de Copa.
Quizá veamos en el ruedo al árbitro policía, Cristian Rodríguez, quien debutó por la huelga en la primera fecha, siendo de la Liga de Ascenso, y se quedó como un habitual de cada jornada. Nadie más apto para imponer su ley.