Guápiles. Saprissa insistió ayer con el toque y arribó al primer triunfo en el torneo; Santos dio la pelea, pero cedió finalmente.
Dos a cero, victoria y mérito.
Arrancó el encuentro. Con las uñas, Víctor Bolívar desvió al tiro de esquina un cabezazo de Daniel Colindres, en el primer minuto.
El saque desde el vértice de José Luis Cordero fue un pase atrás a Jordan Smith, quien venció con un trallazo al guardameta en vuelo.
Si un equipo abre la cuenta cuando apenas el cronómetro se desdobla en dígitos, se dice “gol de camerino”. Sin embargo, esta vez lo que propició el golazo de Smith no fue más que el dictado de una consigna: Atacar desde el inicio.
Sociedad del toque. Ayer, el Deportivo Saprissa privilegió el pase preciso, la sociedad del toma y dame.
Tal es una vieja virtud de identidad morada, intención en la que, sin duda, medió la instrucción insistente y precisa de Rónald González, estratega y referente histórico.
Según pudimos apreciar ayer, el balón al pie, la eterna jugada de pared y el juego en sociedad, se perfilan como rasgos distintivos de este Saprissa de Rónald González.
La aparición de Diego Madrigal por el ala izquierda, en triple función de zaguero lateral, peón de enlace y socio de toque y metralla, consiguió abrir espacios entre la esforzada pero errática línea defensiva local, donde solo destacó el afán inclaudicable de Kevin Fajardo, al menos ayer, el mejor caribeño.
El 0 a 2 del minuto 42, cinceló en el fondo de los cordeles la jerarquía que el equipo visitante ejercía sobre el césped sintético.
Fue una jugada de lujo. De pie a pie. De talento a talento. Juan Bustos Golobio, con credencial de artífice, combinó con José Luis Cordero. Toque, recepción y vuelta a tocar. El pase de José Luis viajó al corazón del área, por donde transitó Bustos Golobio para filtrar y vencer de nuevo a Víctor Bolívar. 0 a 2.
Pensar y actuar. Cada cabeza es un mundo. Hay una suerte de soledad en el banquillo o en el fondo de un camerino.
Con pocos elementos disponibles y ausencias más que notorias en su elenco (Cristhian Lagos, Diego Madrigal, ahora en el Saprissa, Osvaldo Rodríguez en la Tricolor), César Méndez hizo cuanto tuvo a su alcance para recomponer su esquema de cara al segundo capítulo.
Los experimentados Luis Fernando Sequeira y Mario Víquez fueron sus cartas. Ingresaron por Reidmond Salas y Crisanto Esquivel, respectivamente.
No obstante, al fin de cuentas el mayor logro del entrenador local fue que las cifras no subieran, puesto que el patrimonio del balón siguió del lado de los visitantes.
En tránsito por el primer cuarto de hora del complemento (60’), se suscitó la primera acción importante de los anfitriones, cuando Luis Fernando Sequeira perdió en un mano a mano con Donny Grant, a quien su entrenador le renovó la confianza en el arco tibaseño.
Lo mismo sucedió con Jordan Smith. Ambos, Grant y Smith, habían sido los “villanos” del debut saprissista hace una semana. Ayer se reinvindicaron.
De veras, cada cabeza es un mundo. Vistos a distancia, de vuelta a sus vestuarios al final del cotejo, las cavilaciones de Rónald González y de César Eduardo Méndez, aunque parecían opuestas, en realidad se asemejaban.
Rónald, técnico de Saprissa, satisfacción sin euforia; César del Santos, preocupación sin drama.
Dos estrategas, una actitud , la de esos seres pensantes que no se ufanan ni lanzan campanas al vuelo por la primera sonrisa, ni se echan a morir si, por ahora, la felicidad se niega.