Randall Brenes tuvo un semestre difícil, arrastrado por el pésimo campeonato del Cartaginés. Eso le ha sumado miles de voces en contra; pero una siempre se ha mantenido a su favor y, al final de cuentas, es la que más importa.
Jorge Luis Pinto nunca le ha perdido la fe al Chiqui. Lo tiene entre sus hombres de confianza por algo que muy pocos aficionados notan: su disciplina táctica.
Todo director técnico, sobretodo uno tan táctico como lo es el cafetero, le tiene alta valía a esos hombres que les cumplen a cabalidad con el libreto.
Ese es Chiqui, un jugador que muchas veces no agrada a la afición pero cumple con lo que el entrenador le pide que haga.
Por eso, Pinto lo mantiene en la Tricolor y ha sido claro en que al ídolo del Cartaginés ya no tiene que explicarle nada ni empezar de cero cuando se trata de plantear la estrategia para el campo.
Año complicado. Entre lesiones y la casi eterna racha de 15 partidos sin ganar del Cartaginés, Brenes fue perdiendo poco a poco el gran cariño que le tenía la afición. Sus números y nivel fueron cayendo.
Cuando a Javier Delgado, exentrenador de los brumosos, se le torció el rumbo y el equipo empezó a trastabillar, le quitó la titularidad a Randall en medio de una apresurada búsqueda de opciones para detener la racha negativa.
Por eso, Chiqui tuvo uno de sus peores torneos vestido de azul: solo fue titular en 11 partidos y anotó tres goles.
El único torneo más malo que el pasado fue el trasanterior. Aquejado por las lesiones, se alejó por meses de las canchas y terminó con solo un gol a su haber.
Pero incluso en medio de ese mal semestre el artillero se las arregló para marcar un nuevo hito en su carrera y fue ese gol que anotó en setiembre, en Jamaica, para asegurar la clasificación de la Sele al Mundial y acallar a sus críticos.
Así que el “campamento puede poner o quitar”, como lo dijo Pinto ayer, pero parece difícil que el entrenador abandone a Randall ahora, pues nunca lo hizo antes. Colaboró el periodista David Goldberg