San Isidro de El General. Al Pérez Zeledón le tomó muy poco tiempo encontrar la fórmula para resolver el simple acertijo que le planteó un Uruguay de Coronado que resultó ser un escollo fácil de superar.
Los Guerreros del Sur, que siguen basando su mejoría en el momento del delantero Alejandro Alpízar, golearon en su casa 4 a 2.
En una cancha pesada, húmeda y caliente, solo el conjunto local supo domar el pesado escenario.
Alpízar se vio atrevido desde un inicio, en siete minutos intentó tres remates que se fueron desviados y mostró confianza en su juego.
La cuarta fue la vencida para el Matador, quien señaló el camino a la victoria apenas al 11'.
El lechero Jonathan Moya, su antagonista, también tuvo lo suyo, pero no anotó en las cuatro opciones que tuvo en la primera mitad.
En realidad, ni su quinta, sexta o sétima oportunidad verían las redes; verlo fallar goles ante el marco fue su especialidad el día de ayer.
Pese a las repetidas desatenciones en la zaga generaleña, el apetito de gol del ataque fue lo que tuvo a la afición azul de pie.
Félix Montoya, Luis Stewart Pérez y Kenneth García, todos alimentados por el pie derecho de Alpízar, anotaron para los locales en los minutos 33, 43 y 49.
La zaga uruguaya se derrumbaba ante cualquier ofensiva local, y desde el banquillo, el técnico Carlos Watson observaba incrédulo.
A los 57 minutos, Watson, hundido en desesperación, ya había agotado todos sus cambios.
Naturalmente, con el marcador tan abultado, el juego de Pérez Zeledón bajó su intensidad y usó la impaciencia lechera como aliada.
Finalmente, Moya superó al guardameta Luis Diego Sequeira por el único medio por el cual aún no había intentado, desde el manchón de penal.
Cinco minutos después, el lechero Ulises Segura acortó más las distancias (4-2), pero no fue suficiente para estropear el buen juego de los guerreros, ni borró el hecho de que los aurinegros fueron fáciles víctimas del repunte sureño.
Hoy, el técnico Víctor Abelenda tiene a sus pupilos soñando con una plaza en las semifinales, algo impensable hace tan solo un par de semanas, mientras los aurinegros continúan encerrados en el sótano, todavía lejos de la luz del día.