Mauricio Wright se olvidó del entrenador y habló como un papá furioso. Llevaba un dardo clavado en su orgullo paterno y disparó munición gruesa a manera de defensa.
El ritual posjuego con la prensa, tras vencer a AS Puma en un partido cargado de tensión y polémica, terminó marcado por un verbo caliente y reivindicador. El timonel censuró a quienes le cuestionaron llevar a su hijo al reconocimiento del Azteca, antes de enfrentarse al América en Concachampions, que terminó en goleada y eliminación.
Mauricio hizo una defensa acalorada de su rol de papá, develó secretos de familia sobre el tema y cuestionó a quienes lo critican por abrirle una puerta a su hijo en su profesión como entrenador de fútbol.
¿Qué es Wright: un papá entrenador o un entrenador papá? Por el tono de su discurso, infiero que se ve más como un padre –primera función– que es técnico.
Lo suyo no es censurable. Es una decisión basada en el convencimiento personal, con raíces en su propia infancia y motivaciones del corazón, que lo enaltecen como hombre, pero quizá lo perjudican como DT.
Aquí y en el mundo, otros colegas prefieren alejar a su familia del entorno profesional, para no contaminar la relación afectiva con un medio absorbente, de tensión e inclusive peligroso.
¿Cuántos insultos soporta un técnico un día de derrota, a qué riesgos se exponen él y su familia cuando la turba le grita toda especie de sandeces por un mal resultado? ¿Actúa mal, Mauricio? No necesariamente. Ser padre y entrenador son labores complementarias, con espacios naturales para el desarrollo de cada una. Es tan relativo el asunto que si Herediano va al Azteca y saca el resultado con el que todos contábamos, nadie habría reparado en el tema.
Sin embargo, el fútbol es implacable y factura en especie si algo sale mal y, entonces, los filtros de lo que es correcto y lo que no lo es, acentúan su peso como causas de fracasos. El tema es de elección. Wright puede actuar como desee; está en su libre derecho, mas tampoco debe olvidar que su profesión demanda resultados, que las críticas lo envolverán si no se dan y que cualquier decisión que tome, paternal o no, pesará en la balanza.
Como papá, lo entiendo. El poeta español Miguel Hernández escribió que un hijo o una hija proviene “de mis huesos” –ADN– “y de mi amor”. El tiempo es lo más valioso que tenemos y qué bien compartirlo con ellos.
El fútbol es ingrato. Contradice los dictados del corazón y empuja a creer que en la cancha solo hay espacio para un entrenador y el equipo. Nadie más. En la dicotomía papá entrenador o entrenador papá, Mauricio Wright ya eligió y nada lo hará cambiar.
Escuche la defensa de Mauricio Wright: