El juego de la nevada, insólito, inaudito, incomprensible, antideportivo, digno de un museo Ripley, absurdo, maquiavélico, surrealista, irrepetible, escena del Paleolítico, debe quedar en el archivo de los infames momentos del fútbol.
Jamás lo olvidará Costa Rica. Quizás lo perdone. Sin embargo, muy a pesar de toda la aberración presente aquel 22 de marzo del 2013, urge darle el justo archivo.
No se puede recurrir a la nevada ante cada duelo con el cuadro estadounidense, así sea dirigido por el mismísimo Joel Aguilar Chicas, el árbitro más madreado por la afición tica, o por el diablo en persona recién expulsado del cielo.
Anoche, el silbatero salvadoreño tuvo poca, más bien ninguna relación con la derrota por 2 a 0 de la Sele en las semifinales de Copa Oro.
Alguna vez sirvió de algo, más bien de mucho, echar mano a la dignidad lastimada. Con el dolor de la nevada, Costa Rica tomó impulso rumbo a Brasil 2014. La afición se hizo sentir en el Nacional, el equipo le pasó por encima a Jamaica en el siguiente partido y esperó con ansias la visita de Estados Unidos al Nacional, donde nunca cae nieve, pero sí goles (3 a 1) ante el cuadro de las barras y las estrellas. Alguna vez sirvió... alguna vez.
Sirvió también el “Costa Pobre” de un diario uruguayo en vísperas del Mundial y el menosprecio del italiano Mario Balotelli en las entrevistas previas a la segunda jornada de Brasil 2014. El orgullo herido, debemos admitirlo, resulta en ocasiones tan efectivo como pasajero. No debería, sin embargo, ser un requisito de las grandes gestas futbolísticas. Esta Sele tiene más recursos.
Hizo bien el Macho Ramírez en pedirle a los jugadores entrar al terreno sin temores, ni prejuicios, indiferentes a la designación de Joel Aguilar. Para los mentonazos de madre y las indignaciones están los aficionados. Mal harían los jugadores ingresando al terreno con una excusa prefabricada para una potencial derrota, la tercera ante Estados Unidos en semifinales de la Copa Oro.
Después de todo, con Joel Aguilar Chicas (o pese a él), la Selección le arrancó un punto a Honduras en San Pedro Sula, tan solo hace cuatro meses. Con el árbitro cuscatleco de por medio, también le había ganado a Panamá de visita en el inicio de la eliminatoria rumbo a Rusia 2018.
En todo caso, los datos resultan solo anecdóticos.
Seamos justos: no es mal árbitro, pese al inolvidable, imperdonable, aborrecible, insólito, cavernícola y detestable juego de la nevada.