El cabezazo de Kendall Waston en la agonía del juego ante Honduras transformó un principio de infarto nacional en una fiesta, cuyos ecos aún resuenan con lógica razón.
En la recta final de la eliminatoria cazamos la presa mayor que era la clasificación, pero nos alejamos de los buenos modales de equipo que uno quisiera ver a ocho meses del Mundial Rusia 2018.
Una vez apagados los estertores del festejo convendría una reflexión para explicar el porqué de este bajón que no acabó en pesadilla por la complicidad con la red de Bryan Ruiz y Kendall Waston.
No se trata de restarle brillo al técnico, a su filosofía ni a su método, que no comparto, es cierto, pero respeto, pues le alcanzó para treparnos al avión con destino a Rusia.
Me refiero a dar con las causas de esa picada en el rendimiento, que nos abrió por primera vez un frente de duda en la hasta ahora infalible factoría de puntos que era el Estadio Nacional, tras los empates ante Panamá, México y Honduras, con rendimientos dispares.
La idea es enlistar soluciones y ponerlas en práctica, ahora que hay tiempo, para que lo alcanzado en Brasil 2014 sea la unidad de medida de lo que se viene y entonces todos, el técnico y los jugadores, tengan claro cuál será la exigencia en la Copa del Mundo.
¿De qué hablamos? De que jugamos una segunda rueda de la hexagonal muy irregular: le ganamos a Trinidad aquí con Keylor en estado de gracia y disputamos un partidazo en EE. UU., que se resolvió con una victoria histórica.
Nos dimos de igual a igual con México en casa, aunque solo empatamos; jugamos a nada ante Honduras y caímos contra Panamá con un equipo parchado y un gol fantasma, que disipan cualquier duda de que ese fue un encuentro diferente con el boleto ya asegurado.
Hay que encontrar la respuesta a esa disparidad de picos de rendimiento para armar, como todos queremos, un equipo como aquel que venció 3-2 a Colombia en la Copa América Centenario, el que se impuso a Rusia 4-3 o el que batió a EE. UU. 32 años después.
En esos tres partidos la Sele jugó como nos gusta: con orden, equilibrio, manejo y anotación. Tuvo respuestas individuales y colectivas para cada situación, a veces muy recostada en defensa, pero sin hipotecar la audacia, y en otras con soltura para llegar a gol.
Es un simple ejercicio de reflexión y enlistado de acciones, pensando siempre en que se puede mejorar porque vamos para la cita ecuménica del fútbol junto a los mejores y la ocasión lo amerita. No estaría de más...