No recuerdo cuándo fue la última vez que vi a un portero hacer un paradón tan espectacular y salvador como el que realizó Keylor Navas el domingo pasado en el último minuto del intenso juego entre el Real Madrid y el Betis, que tuvo como escenario el Estadio Santiago Bernabéu.
Con ese desvío sensacional e inolvidable para quienes tuvimos la suerte de verlo, ante un remate de cabeza del paraguayo Antonio Sanabria a pocos metros del marco —que muchos ya coreaban como gol—, el mejor arquero costarricense en la actualidad compensó con creces el error garrafal que cometió en el gol con que el equipo rival abrió el marcador en el minuto 25 luego de un remate inofensivo del delantero guaraní.
Festejé el hecho de que el guardameta de la Selección se luciera en grande y pasara de villano a héroe —o de demonio a ángel— antes de que concluyera el partido que ganó la escuadra merengue 2 goles contra 1 con anotaciones de Cristiano Ronaldo y el capitán Sergio Ramos.
Precisamente, y a pesar del paradón del tico, me quedé con Ramos como el mejor jugador y ser humano del encuentro por ser —para variar— el autor de la anotación que le permitió al Real Madrid conservar la punta de la Liga Española, pero, en especial, por el apoyo, solidaridad y ánimo que le infundió a Keylor tras su yerro.
En medio de las silbatinas de los aficionados que atiborraron el Bernabéu, Ramos palmeó a Keylor, lo abrazó, le habló, lo animó y festejó con él la victoria en medio de los aplausos con que las graderías terminaron premiando al portero por su salvador vuelo felino.
Reproduzco algunas de las declaraciones de Ramos tras el pitazo final: “Keylor es un grandísimo profesional, se cuida y entrena como un animal. Es indudable que es un porterazo”.
“Hay que agradecerle que haya hecho el paradón del siglo prácticamente en el último minuto. Todos vamos a hacer que recupere su gran confianza y seguridad. Asumir el rol de ser el portero del Real Madrid no es nada fácil. El cariño de sus compañeros hará que alcance su mejor nivel al final de la temporada”.
Una más: “Cuando los jugadores fallan, necesitan cariño, por eso le pedí al público que lo ovacionara. En mi caso, he vivido situaciones complicadas en las que he recibido el cariño de mis compañeros”.
¡Por algo Sergio Ramos, ese gran defensa de 30 años, es el capitán del Real Madrid! No recuerdo cuándo fue la última vez que vi a un capitán actuar así.