El banquillo de la Liga es un triturador de entrenadores y ahora se lo encomiendan a un hombre que fue profeta en Paraguay, en donde conquistó cinco torneos cortos entre 2007 y 2012 al frente del club Libertad.
Esas son las glorias de Rubén Israel —importantes aclaro y en tierra guaraní es respetadísimo—, un uruguayo que acumuló millaje también en su país, Chile, México, Ecuador, Colombia y El Salvador.
Con “La Selecta” pintaba para algo bueno, pero un diferendo con la prensa deportiva del país lo obligó a dar un paso al costado y marcharse.
El uruguayo llega a Alajuelense con 62 años y un apellido de elegido, dispuesto a inaugurar un reinado marcado por la estabilidad que no tuvieron Hernán Torres, Javier Delgado, José Giacone, Guilherme Farinha, Benito Floro y Wílmer López, cesados en fila.
Será el “séptimo proceso” rojinegro en procura del esquivo título y la primera duda que salta es que otros decidieron por él y ya firmaron a los fichajes más importantes.
Es decir, de nuevo la dirigencia jugando al DT con las consabidas consecuencias en la Liga, como cuando les dio por abaratar la planilla con futbolistas de segunda y tercera fila que terminaron por descartar o enviar a préstamo a otro equipo.
El modelo elegido por el presidente Fernando Ocampo es el mismo que terminó en fracaso con Floro: misterio al inicio, pirotecnia después, promesa de cambio y nueva era, y para verdades, el tiempo…
Alajuelense sigue sin atinar a sus problemas estructurales, los mismos que no le resolverán un nuevo central, un generador de juego y un compañero para Jonathan McDonald en ataque porque el mal, se sabe, vive en la estructura que viene del ciclo de Oscar Ramírez y sigue allí.
La Liga del último torneo tuvo en McDonald a su figura más regular, el único que pareció entender que actuaba en un equipo grande, se entregaba a muerte en cada partido y no cedía a la tentación de la excusa fácil al final de los juegos como el resto.
Si la estructura flaquea, si como escribimos antes no hay recursos en la cantera para iniciar el verdadero recambio, será muy difícil que Israel quiebre la sequía de cuatro años sin títulos porque mientras conoce el medio y se adapta a él, va a sufrir.
No se trata de jugar de adivino. Hablo simplemente de disponer de los recursos futbolísticos para armar un equipo que le guarde fidelidad a su idea, contagie al plantel y empiece a revertir ese presente de frustraciones recurrentes.
Varios portales en internet lo pintan como un entrenador práctico, de carácter, propenso a armar equipos rápidos que desequilibren por velocidad y caminen directo al gol.
No esperen, entonces, una Liga que enamore a la grada a punta de toque. A este punto, si le va bien y llega el título, el sufrido pueblo rojinegro está dispuesto a hacer concesiones.