“Hay oportunidades que pasan una vez en la vida”, me dijo Johnny Chaves a inicios de año, sobre su truncado arribo a la Liga algún tiempo atrás.
Me generó sensaciones contradictorias. Admiración, ante la humildad de un exitoso técnico, de los mejores al mando de equipos pequeños. Un no sé qué, pensando que en lugar de bajarse el piso indirectamente pudo haber dicho con seguridad: “tarde o temprano llegará la oportunidad”.
Técnicos como él, preparados, estudiosos, esforzados, luchadores, capaces, triunfadores, siempre tendrán otra oportunidad.
Pero entiendo (digamos que entiendo): los banquillos son impredecibles.
Corrijo: los impredecibles son los dirigentes. Los mata la necesidad de mostrarle al aficionado su gestión de cambio. Urgidos, a veces se van de bruces con el floreado apellido del sustituto o los últimos resultados del torneo. Y no lo hacen de mala intención, sino con mucho esfuerzo.
En la Liga, por ejemplo, pensaron que hacían el trueque del año quitando a Javier Delgado (que entonces no fue tratado como subcampeón, sino como el primer perdedor), a cambio del técnico revelación, José Giacone, de plausible labor en la UCR y Belén.
Aclaración: la capacidad de Giacone está comprobada -como usted sabe-; el problema de la Liga no radica en el timonel -como usted también sabe-.
Ahí está el Pato López viendo desfilar los nombres de los posibles sustitutos, mientras él sostiene la burra. Después del WhatsApp que anunció el despido a Javier Delgado, es lo más grosero que he visto en los últimos campeonatos, muy a pesar de las predecibles promesas que suelen hacer los clubes en estos casos: queremos capacitarlo en el exterior, traer un gran técnico, que usted gane experiencia a su lado, bla, bla, bla… Si lo cumplieran, excelente, pero en la mayoría de casos es el algodón en la nalga antes de la inyección.
De paso, Johnny Chaves, vivió otro truncado salto a la Liga.
Pronóstico: al final, Wílmer López seguirá al mando, porque Navidad está a la vuelta de la esquina y la dirigencia no encontrará un técnico libre que en precio y calidad garantice que el cambio. Si no vale la pena, la misma afición se los recordará.
En todo caso, López deberá aprender, como Johnny Chaves, que en el banquillo las oportunidades vienen y van, como las dudas de los dirigentes.