1. México es, después de Alemania, el país donde se venden más artículos Adidas. Hay lugar para la suspicacia: dudo mucho que la FIFA quiera eliminar a un cliente de semejante envergadura del Mundial de Clubes.
2. América ha sido vapuleado en sus recientes encuentros del campeonato mexicano. Es un equipo herido de muerte. Ya tocó fondo. Ahora, lo único que puede hacer es bounce-back: rebotar. De hecho, ya comenzó a hacerlo, con un triunfo convincente contra el Cruz Azul.
3. El América no tiene ya nada qué perder. Y con los equipos sucede lo mismo que con los seres humanos: nunca son tan temibles, tan peligrosos, como cuando no tienen nada qué perder.
4. Percibo, en los bastidores del Team, un espíritu de triunfalismo prematuro que puede ser deletéreo de cara al segundo encuentro. Perdonen la tautología, pero la ley es: las cosas no terminan hasta que terminan, y esta -les recuerdo- no ha terminado.
5. El América tiene en reserva varios jugadores de primerísima línea que no convocó en el primer encuentro, y con los cuales no hemos tenido que medirnos. Es un equipo con arsenal ofensivo subterráneo: guarda piezas escondidas. Factores X, cantidades desconocidas que aún no hemos calibrado.
6. Un 3-0 no es un marcador tan irreversible como podría creerse. Puedo, amigos, mencionarles cien instancias en las que fue revertido. Bastan 5 minutos de descontrol, de ofuscación, para que caigan esos 3 goles. Una bolita de nieve puede generar una avalancha de pánico. Recuerden la final entre el Milán y el Liverpool de 2005: a los 44 minutos ganaban los italianos 3-0. Al final, perdían el partido por penales, después de encajar 3 goles en seis minutos de pesadilla.
7. No cometan el error de dejarse contagiar del juego barbárico y visceral al que el América intentará retrotraerlos: tal será su señuelo psicológico.
Compañeros heredianos: ustedes son Costa Rica. En dos palabras -las más bellas del mundo- puedo resumir mi mensaje: ¡No aflojen!