Óscar Ramírez ya hizo lo que tenía que hacer. Si un Badú le ofreciera hacerse cargo de la Liga tan solo por una noche, tan solo por esta noche, el Machillo podría estrecharle la mano y sentarse tranquilo en el palco a disfrutar de su equipo. Con el Morera Soto a reventar, sospecho que el destino de Alajuelense no pasa hoy por lo táctico, sino por lo emocional.
En una noche mágica, el cuadro manudo -el mismo de jornadas opacas contra Carmelita o Belén- es capaz de mirar a los ojos a cualquier equipo mexicano, golear al DC United, arrinconar al Impact de Montreal y avasallar al Herediano.
La inspiración podría definir hoy -como otras veces- el empuje de un equipo sin esa ventaja deportiva que en torneos anteriores lo tentó a jugar con la especulación, la paciencia, la aplicación táctica y la confianza casi inquebrantable de que en algún momento, en cualquier jugada, con cualquier pretexto, el rival cedería. Casi siempre lo lograba. Esta noche, sin embargo, después del libreto, el ímpetu podría definir qué Liga veremos.
Tampoco se tome tan a pecho lo de Badú. No digo una Liga que coma sandía por kilos, dedique medio entrenamiento a inventar celebraciones o se apiñe con todos sus jugadores frente al área en cada tiro de esquina a favor, como la de aquel peculiar estratega del 96, sicólogo de vocación, técnico de fútbol por pasatiempo -digo yo-.
Tampoco, una Liga que reciba como única indicación: “tocá y tocá, hacé tres goles y luego divertíos” (frase atribuida, no sé con cuánta fidelidad, al ya fallecido entrenador Antonio Moyano). Ni siquiera me refiero a un equipo a lo Odir Jacques (en su anterior paso por Herediano): “corra, corra, centre y gol”. Hablo de la Liga del Machillo, con la táctica de siempre y la inspiración de nunca se sabe.
En frente tendrá un Saprissa oportunista por tradición. Hasta en sus peores momentos -y este no es uno de ellos, pese a las dudas de las últimas fechas-, el cuadro morado es capaz de apagarle la música a cualquier orquesta.
Jeaustin, un estratega que aprecia el juego emocional antes, durante y después de cada partido, esta vez no logró muchos dividendos con la polémica de la semana anterior. No la necesita. Tácticamente también sabe ser oportunista. No digo suertudo. Eso no es suerte.
La oportunidad se busca, se propicia, se espera; Saprissa sabe hacerlo y Campos, ni qué decir. Lo consiguió en el pasado torneo: cuando Ramírez salía de la Cueva con un 0 a 0 , un gol en la agonía del juego inclinó la semifinal a su favor. Repitió en el último clásico: Alajuelense ya empacaba los tres puntos, cuando el autogol de Pemberton obligó a repartir el botín.
Solo ese Saprissa sería capaz de frenar a una Liga inspirada.