Con precisión de cirujano la pelota salió de los pies de Hernán Medford y llegó al corazón del área, donde apareció Javier Delgado. Un certero cabezazo del defensor sacudió las redes de la selección chapina.
El calendario marcaba el 17 de noviembre de 1996, la acción entre Hernán y Javier sucedió en un partido entre Costa Rica y Guatemala camino a Francia 98. La Sele ganó 3 a 0 y Delgado hizo el primero de un partido que se tornaba tosco.
“Le puse un gran centro y él de cabeza la metió al marco”, recordó entre risas el exatacante, quien al menos en esa ocasión se abrazó con Delgado.
La relación entre Hernán Medford y Javier Delgado ha tenido sus momentos buenos, también en los que solo uno de los dos ha sonreído y en los que ambos se han abrazado.
Fuera de los terrenos de juego se conocen desde la época colegial, pese a que fue el fútbol el deporte que siempre los unió. Claro ejemplo de ello fue que mientras ambos se pulían para sacar el Técnico de Contabilidad en el Colegio Cotepecos de La Sabana, Medford ya daba sus primeros pasos como promesa.
“Hernán estaba en selección menor, ya era figura y yo no había tenido la oportunidad de llegar a Liga Deportiva Alajuelense”, revivió con sus palabras el liguista.
En este tiempo eran jóvenes con aspiraciones diferentes, porque Javier no tenía en sus planes ser jugador profesional, pero Medford ya pensaba en asistir a un Mundial Mayor.
Delgado tuvo que fabricar, por diferentes circunstancias, su oportunidad en el balompié.
“Fui a hacer prueba a los mosquitos del Saprissa pero fui solo tres días, porque al cuarto ya no tenía los pasajes para ir a Tibás. Después estuve entrenando con Barrio México. A los 18 años, llegué a tercera división con Barrio Cuba y ya casi había perdido la esperanza”, mencionó en una entrevista en 2013 a la revista Proa.
Al final una prueba con Jorge León, encargado de divisiones menores de la Liga, impulsó al exdefensor a la casa rojinegra.
El saprissista debutó con 17 años en la Primera, el erizo lo hizo cinco años después, aunque eran de una misma generación.
Cuando Delgado disfrutó sus primeros minutos en la máxima categoría, ya Medford había asistido a Italia 90.
Como profesionales siempre les tocó estar en la acera del frente. Tuvieron sus manos a manos en los clásicos, el Pelícano defendiendo al Saprissa y Javier a los erizos. No recuerdan una entrada fuerte, un encontronazo, más si uno que otro pique en el que el exmorado era incómodo de marcar.
Rivalidad en el banquillo. A partir de 2004 empezaron a vivir una relación más picante, los partidos que disputaban se comenzaron a personalizar, ya que ambos eran las caras de los cuadros más grandes del país: Saprissa y la Liga.
No hubo que esperar mucho para que el rojinegro diera un golpe en la mesa. En el mismo año que ambos debutaron en el banco, el manudo se impuso 5 a 1 (global) en una final de Concacaf.
“Perder cualquier final causa dolor, al final yo le gané otra después y ahí la cobré (risas), estamos parejos”, contó el Pelícano.
Del lado de Javier se vivió una celebración pero con mucha más cautela. Carlos Hernández, uno de las figuras de ese equipo de Alajuelense, mencionó lo vivido en el Morera Soto.
“Lo sintió muchísimo porque estaba empezando, pero terminó de felicitar a los jugadores y se fue al lado de su familia, se dedicó a disfrutarlo más interiorizado”, dijo Hernández.
Lo que es cierto es que ahí comenzó una rivalidad que traspasó las fronteras ticas.
En Guatemala tuvieron siete enfrentamientos, de los cuales Medford ganó tres con el Xelajú, Delgado tres con el Municipal y empataron una vez, con la diferencia de que en estos partidos Hernán le ganó un cetro a Javier.
“Ambos ganamos y perdimos. Tuvimos momentos dulces, pero también amarguras. Todo son experiencias que algunos ven como un fracaso, pero es lo que te ayuda a levantarte”, señaló Delgado.
En su momento también se dieron situaciones que marcaron el respeto entre colegas.
En agosto de 2014, el actual timonel de la Liga llegó al Real España por una recomendación de Hernán Medford.
“Yo lo recomendé por su capacidad y logros, a la hora de analizar él era el indicado. Hizo una parte del trabajo bien, el segundo torneo le costó, pero no todas son maduras”, explica Hernán.
Ahora, cuatro años después de disputar su última final, Medford y Delgado se vuelven a topar para decidir un cetro, una situación a la que le tienen gusto.
“Me gusta montones la rivalidad con Javier, es bonita porque eso demuestra que si estamos en la final siempre es porque somos de los mejores”, valoró Medford.
Eso sí, este cariño se pone en pausa cuando el árbitro pita. Ahí se empieza a vivir casi la misma disputa que se da en un divorcio.
“Es un respeto, hemos hablado, pero en la cancha ya no hay amistades, cada uno está peleando por su club”, añadió Delgado.
A pesar de tener caminos distintos, el deporte rey los continúa uniendo y están a las puertas de acudir a sus duelos 20 y 21 como técnicos, en la gran final.
Colaboró: Fanny Tayver.