Cuando el fútbol se acaba, trabajar en Estados Unidos es una opción para garantizarse estabilidad económica. Tres exjugadores costarricenses relatan sus experiencias tras colgar los tacos y desempeñarse en ocupaciones no necesariamente vinculadas a una pelota.
Mauricio Alpízar trabaja en una compañía de jardinería en Nueva Jersey
En 1999, con 20 años recién cumplidos, el volante Mauricio Alpízar defendió la camiseta de la Selección Nacional en el Mundial Juvenil efectuado en Nigeria.
De aquel torneo en el que Costa Rica tenía de entrenador a Carlos Watson, brotaron, entre otros, futbolistas como Gilberto Tuma Martínez, Minor Díaz, Winston Parks, Robert Arias, Juan Bautista Esquivel y Alpízar, protagonista de esta historia.
Todos ellos debutaron en Primera División y se ganaron un nombre en los clubes por donde desfilaron. Alpízar no fue una excepción a la regla, jugó con Santa Bárbara, Herediano, Puntarenas, la extinta Liberia Mía y la Selección Mayor en la época de Steven Sampson (2003-2004).
Una década después de aquella aventura mundialista, Mauricio se topó de frente con que las oportunidades de jugar en Primera eran escasas. Con 30 años dejó el fútbol en silencio.
"No apareció ningún equipo, me fui a pasear allá (EE. UU.) donde tengo mucha familia. Un día me llamó un primo y y me ofreció trabajo. Estuve unos meses, luego volví para intentar conseguir equipo y tampoco. Fue así como tomé la decisión de seguir estudiando, dejar el fútbol e irme de nuevo allá (EE. UU.) a trabajar porque lo que me ganaba en una semana era la mensualidad de un equipo Costa Rica. ¿Para qué iba a seguir matándome en el fútbol sabiendo que no me iba a dejar nada?", explicó.
Fue así como el exvolante, oriundo de Sarchí, inició su ir y venir a territorio norteamericano donde, confiesa, desempeña tareas de jardinería en una ciudad llamada Summit, en Nueva Jersey.
"En el fútbol a lo mucho se trabajan tres horas al día, a lo que yo me dedico ahora son jornadas que comienzan a las 7:30 a. m. y se extienden hasta las 5 p. m. Es todo el día haciéndole (...). Yo manejo el camión de la empresa de mi primo, dedicada a labores de jardinería, pero también me pongo a hacer de todo, cortar el zacate; si es otoño, recoger la hoja que cae, sembrar árboles, plantas y también hemos hecho labores de construcción", detalló.
Según Alpízar, trabajar en EE. UU. es una solución factible para estabilizarse económicamente.
"Siempre hay trabajo, nunca falta y uno se gana lo que tal vez nunca se ganará en Costa Rica. Después de ver un dinero fijo es difícil devolverse", añadió.
El exmediocampista recordó que las jornadas suelen ser extenuantes cuando las condiciones del tiempo son adversas, sea por calor o frío, detalle con el que se acostumbró a vivir.
"A veces el calor es tanto que debemos parar antes porque no se puede trabajar más, igual con el frío que es extremo. En mi caso trabajo de lunes a sábado, solo descanso el domingo", reveló.
Del fútbol nacional, Mauricio Alpízar atesora las amistades, empero, confiesa que no es un seguidor habitual. Ya la pelota no lo desvive.
Kraesher Mooke se gana la vida en un lujoso hotel en Miami
Luego de cerrar un ciclo como jugador de Saprissa, en octubre de 2012, Kraesher Mooke armó su equipaje y se fue a Estados Unidos para jugar en la North American Soccer League (NASL), una especie de segunda división del balompié de ese país.
Estuvo seis meses con el Atlanta Silverbacks y después no encontró más oportunidades en el fútbol, por lo que se trasladó a Fort Lauderdale y de ahí a Miami. Precisamente en este último sitio encontró trabajo en un exclusivo hotel llamado Mandarin Oriental.
"En Estados Unidos usted no puede quedarse de brazos cruzados esperando que le llegue algo. Me salió la oportunidad de trabajo y la asumí porque tengo mis responsabilidades", recalcó.
"Al principio fue un poco duro, como le dije a algunos amigos, el trabajo en el fútbol era de dos horas y media, ahora tener un horario de ocho o nueve horas, en algún momento el cuerpo te lo resiente, pero la verdad la adaptación ha sido muy buena", agregó en la charla que sostuvo con La Nación.
Mooke, quien tiene 32 años, asistió a la Copa del Mundo Infantil Trinidad y Tobago en 2001 donde jugó, entre otros, con Christian Bolaños, Rándall Azofeifa, Gabriel Badilla y Armando Alonso. En Primera militó, aparte de la S, con Limón, Santos de Guápiles y Brujas FC.
El exlateral izquierdo explicó que él se desempeña en el departamento de ingeniería del hotel, en el que le corresponde estar pendiente del funcionamiento total del lugar, especialmente el área eléctrica de 326 habitaciones.
"No soy ingeniero, pero me han capacitado para cumplir mis funciones. Es un trabajo diferente, mas me he acoplado bien. El fútbol se acaba en cualquier momento, pero la experiencia que estoy acumulando en esta posición me da para muchos años más. Solo con el nombre del hotel podría aplicar en otros trabajos y no lo pensarían para contratarme".
Casi cuatro años después de haber emigrado a Estados Unidos, Mooke comenta que extraña a su familia y en particular a sus dos hijos.
"Aquí tengo un hermano y gente conocida que es de mi pueblo, por eso no estoy tan perdido. Hay mucha gente que uno veía allá en Costa Rica", comentó.
Sobre el por qué no siguió jugando fútbol, Mooke afirmó que las condiciones económicas no eran llamativas y de ahí que lo mejor es dedicarse a labores que le garanticen un futuro prometedor.
"Aquí prefieren tomar a tres muchachos de 20 años y darles medio peso porque a ellos sí les van a sacar el jugo. A uno con 32 años no lo venden nunca. Esa es la mentalidad de ellos, pese a que yo me siento bien físicamente y juego mis mejenguitas que nunca pueden faltar", apuntó.
Andy Herron es representante de ventas de una empresa que construye parqueos
Vivir en Estados Unidos, después de retirarse del fútbol, no agitó bruscamente la vida del delantero Andy Herron Aguilar.
La experiencia acumulada en la Major League Soccer (MLS), donde jugó para el Chicago Fire (2004-2006) y Columbus Crew (2007-2008), le sirvieron de bagaje para afrontar la etapa posterior a su ciclo como futbolista.
En 2013, Herron le puso punto final a su carrera deportiva luego de que le detectaran una trombosis en el pie izquierdo. Para entonces tenía 35 años y era jugador del Atlanta Silverbacks, club de la North American Soccer League (NASL), similar a una segunda división.
Los contactos que le dejó el balompié le permitieron a Andy seguir vinculado a la pelota, pero desde otra faceta. Se unió a una academia de fútbol y forma parte de una agencia llamada Pro Soccer Players que se dedica a representar jugadores.
"Topé con la bendición de haber jugado en la MLS y en la NASL. Después de que saqué la licencia B de entrenador, las oportunidades fueron muchas. Puedo decir mi nombre y gracias a lo que hice en este deporte, tienen buenas referencias mías", contó.
Para Herron el fútbol no lo es todo. Él es representante de ventas de la empresa Parkmatic dedicada a dar soluciones de parqueos en edificios, ocupación a la que se dedica la mayor parte del día.
Andy tiene cuatro años de vivir en Fort Laudardale, ciudad cercana a Miami, desde donde afirma extraña a la familia que tiene en Costa Rica.
Aún así, sus proyectos no se frenan. "Estamos en un proceso de establecernos y una vez que lo logremos, daremos el paso de visitar Costa Rica. De hecho, voy a tener que ir en los próximos días por este mismo asunto de los parqueos, ya que vamos a firmar un acuerdo con la Municipalidad de Alajuela", indicó.
El limonense aceptó que su caso es distinto al de otros exjugadores de Primera División, que viajan a Estados Unidos a trabajar en actividades a las que no estaban habituados.
"Hago entrenamientos personales, eso lo pagan muy bien aquí en Estados Unidos, combino el trabajo en la academia ofreciendo los estacionamientos y al mismo tiempo buscando jugadores para promoverlos aquí en Estados Unidos", finalizó.