En ruta a los mundiales de Sudáfrica 2010 y Brasil 2014, al pobrecito de Christian Bolaños –por entonces legionario– solían sucederle lamentables imprevistos que lo sacaban de partidos y/o torneos con la Selección Nacional.
Las redes sociales apenas comenzaban a convertirse en lo que son actualmente, un embrollo en el que muchos desnudan cómo son, en el que los pachucos reflejan su vulgaridad, los violentos su agresividad, los fanáticos su idiotez. Ah, y ni hablar de esos dos especímenes tan propios del ciberespacio: 1) los cobardes que crean perfiles falsos con escuditos o dibujillos para tirar piedras con la mano oculta y 2) esa variación de los ninis que yo llamo nininís (ni estudian, ni trabajan... ni pretenden hacerlo), quienes, después de publicada una nota deportiva, no duran ni 0,5 décimas de segundo para comentar algo tonto y ofensivo.
En buen tico, vagos.
Lo cierto es que muchos de estos arquetipos, ya sea en su estado puro o, los más pusilánimes, híbridos de varias de las anteriores categorías, se ensañaron contra Bolañitos.
Insultado es poco. Claro, también hubo gente educada que dudó cuando se reportó resfriado, con dolorcillos, sin permiso del club para jugar con la selección o cuando adujo que se le había perdido el pasaporte. Bola de escépticos.
Al parecer Bola dejó atrás aquella sal, que hoy, desgraciadamente, parece ensañarse contra Keylor Navas, portero titular del Real Madrid y de la Sele .
No pocos suspicaces pusieron en entredicho su ausencia en la última Copa Oro, cuando se reportó lesionado.
Luego, viéndolo volar de palo a palo durante la pretemporada y en los partidos oficiales, pusieron en duda el milagro médico que le permitió defender como el más sano entre los sanos la portería de los merengues.
Esa proporción de reticentes parece haberse incrementado durante la última semana, tras conocerse que una recarga muscular sacaría a Keylitor del arranque eliminatorio de Costa Rica contra Haití y Panamá... por pura coincidencia, en el preámbulo del clásico español entre Real Madrid y Barcelona. Qué malpensados. Punto final. ¡Final!
Nota totalmente aparte: “Entiendo que los madridistas no quieren que vaya con Colombia, pero deben entender que no lo puedo evitar. Disfruto aquí y allí del fútbol” (James Rodríguez, seleccionado colombiano).