Cartago. César Eduardo Méndez levantó sus brazos, gritó gol hasta quedar sin aire al punto que su piel se tornó roja, y abandonó la cancha antes del final.
El técnico brumoso dejó en el partido ante la Liga su voz maltratada por el último grito, en el minuto 93’. Solo le importó que su equipo igualó de forma agónica 3 a 3 ante Alajuelense, gracias a un gol de Rándall Brenes.
El partido fue de sufrimiento constante para los blanquiazules; el fútbol vistoso no los acompañó y tuvieron que apelar al orgullo para frenar a un Alajuelense que jugó su mejor cotejo del Verano, pero no le alcanzó para llevarse los tres puntos.
Cartaginés se vio impreciso en la marca, por eso sumó 22 faltas cometidas. Además, atacaba pero de forma alocada, impulsado por la vergüenza deportiva, más que por la lógica.
Sus infracciones sin sentido, como la que cometió Jameson Scott en el 16’, provocaron que un resultado positivo se volviera un sueño.
En el 17’, la Liga cobró rápido un tiro libre en media cancha; Johnny Acosta peloteó, José Guillermo Ortiz pivoteó y Allen Guevara definió para el 0 a 1.
Sin merecerlo, en el minuto 41’, llegó la revancha para Scott, quien remató de seguido un centro de Juan Gabriel Guzmán para poner el 1 a 1.
Al finalizar la etapa inicial, los manudos tenían acumuladas al menos tres ocasiones falladas, pues el primer tiempo pudo finalizar 4 a 1 a su favor.
La segunda parte mantuvo la tónica: los erizos eran los dueños de las paredes, el regate y el juego elaborado, mientras los cartagineses luchaban sin negar pierna, pero con falta de ideas.
En el 71’ Jorge Claros destrabó el encuentro con un latigazo desde fuera del área y de nuevo, ganaba el cuadro que jugaba mejor.
Harold Cummings, en el 79’, se encargó de acabar con una semana polémica para él por sus declaraciones. Con un derechazo, anotó el 1 a 3, prácticamente una lápida para los de la Vieja Metrópoli.
Pero, los gritos de frustración de la afición llegaron a los locales. “Tenemos 70 años de vergüenza”, se oyó desde la grada.
En el 82’, Jorge Alejandro Castro le robó la espalda a Johnny Acosta, anotó, celebró con su dedo en la boca y picó a la media cancha con esperanza de igualar.
En el último suspiro llegó un centro al área manuda luego de que Paolo Jiménez le ganara un trabonazo a Jorge Claros. Castro la bajó e intentó rematar, Salvatierra lo evitó, pero el balón le quedó a Rándall Brenes, y el Chiqui fusiló de zurda y marcó.
Sin fútbol, mas con orgullo, Cartaginés tuvo un triunfo emocional –pese a la igualdad en el marcador– ante una Liga que terminó sin explicaciones de cómo se le escapó la victoria.
Javier Delgado solo acató a persignarse, movió su cabeza en forma de negación, perdió su mirada en el campo de juego y lo abandonó con un sinsabor.