La decisión de Eduardo Li de aceptar voluntariamente el traslado a Estados Unidos para afrontar una acusación por supuesta corrupción, podría atenuar la pena en caso de que sea declarado culpable.
Ewald Acuña, abogado especialista en Ciencias Penales, explicó a La Nación que el hecho de optar por una extradición voluntaria es visto de manera positiva por la justicia de ese país norteamericano.
“En la legislatura de los Estados Unidos, el sometimiento voluntario a la extradición es valorado positivamente por el fiscal, de tal manera que, eventualmente, facilita acuerdos o negociaciones anteriores al juicio.
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”Un ejemplo, si resultara que él acepta los cargos, la negociación de la pena se ve favorecida por el hecho de que se haya sometido de manera voluntaria a la extradición”, explicó Acuña.
Li y sus abogados decidieron, la semana anterior, dejar de lado el engorroso proceso en el que Estados Unidos reclama a una persona para enfrentar algún cargo con la justicia.
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Róger Guevara, abogado del expresidente de la Federación Costarricense de Fútbol (Fedefútbol), precisó el lunes a La Nación que Li comunicó su decisión a las autoridades suizas el viernes anterior.
A partir de ese momento corren ocho días para ser trasladado a territorio estadounidense.
Sin embargo, ayer Guevara no quiso profundizar en el motivo que llevó a Li a optar por esa vía.
Por medio de un correo electrónico, señaló que “hay aspectos legales que no se pueden entrar a comentar”.
El Departamento de Justicia de Estados Unidos acusa a Li, expresidente de la Fedefútbol entre el 2007 y 2015, de exigir sobornos por más de $600.000 (¢324 millones) a cambio de la transmisión de los partidos de la Sele en casa de la eliminatoria a Catar 2022.
A Li se le investiga por fraude electrónico y lavado de dinero. De acuerdo con las leyes estadounidenses, cada uno tiene una pena máxima de 20 años de prisión y multas de hasta $500.000 (¢270 millones) y $1 millón (¢540 millones), respectivamente.
La ruta que tomó el tico es la misma por la que optó Rafael Callejas, expresidente de Honduras (1990-1994), y el paraguayo Juan Ángel Napout, expresidente de la Confederación Sudamericana de Fútbol (Conmebol).
El martes, el catracho viajó desde su país a EE. UU., donde fue detenido, y Napout dejó Suiza escoltado por dos policías y quedó en arresto domiciliario.