91549864 Luis Marin of Costa Rica leaves the field after his team drew 2-2 against the US in a 2010 World Cup qualifier against the US at RFK Stadium in Washington on October 14, 2009. AFP PHOTO/Nicholas KAMM (NICHOLAS KAMM)
Washington, D. C. Un lapidario gol de Estados Unidos al minuto 94, cuando solo faltaban 20 segundos para el pitazo final, sepultó de la manera más cruel la ilusión tica de labrar un boleto directo al Mundial de Sudáfrica 2010.
La Selección de Costa Rica terminó en el suelo, entre lágrimas de frustración, tras el doloroso empate 2-2 que deja a la Tricolor en una sala de purgatorio que se llama repechaje ante Uruguay.
El tanto de Jonathan Bornstein fue una bofetada al esfuerzo postrero de Costa Rica por borrar todos los errores cometidos en la segunda vuelta de la hexagonal.
Finalmente no alcanzó. El segundo tiempo, dominado de cabo a rabo por Estados Unidos, nos devolvió a la gris realidad.
Costa Rica pretendió estirar de manera exagerada los dos goles de Bryan Ruiz en el primer tiempo. El 2-0 parecía un marcador cómodo, pero faltaban 65 minutos, suficiente para que el Tío Sam tomara aire y fabricara la igualada.
La Tricolor eligió el peor camino posible: regalar la pelota, encerrarse frente a su área y encomendar su suerte a Keylor Navas.
El guardameta detuvo todo lo que pudo, pero resultó imposible fajarse con la abundante metralla que los norteamericanos percutieron en la complementaria.
Costa Rica extravió el balón, o más bien lo obsequió por completo a su adversario, cuando lo recomendable era acudir al toque en corto para desquiciar al rival.
Dos caras. El conjunto tico disfrutó de momentos de lucidez al principio, gracias al esfuerzo de Ruiz, que por fin exhibió el futbol que le depara elogios en Europa.
La Tricolor también se benefició de la terrible puntería de Jozy Altidore y Connor Casey, quienes dilapidaron dos increíbles opciones para ponerse al frente.
Contrario a lo que usualmente sucede, fue Costa Rica el que tuvo mejor puntería, gracias al acierto de Ruiz a los minutos 20 y 23.
Ahí cambió el partido. La Tricolor no supo administrar el preciado tesoro de los dos goles y terminó condenada a mirar el reloj.
Estados Unidos salió como fiera herida en la segunda mitad: encerró a los ticos, quienes se defendieron con propiedad en unas, y a como fuera en otras. Marín sacó el colmillo, Marshall fue su escudero y Navas simplemente dijo: “La bola que llegue por acá es mía”. Solo una vez no pudo, pero fue porque Bradley lo crucificó a quemarropa.
Costa Rica fue una víctima de sus defectos: no supo aguantar la pelota y plantó un único muro de contención frente a la media luna, una táctica muy arriesgada.
El segundo tiempo fue estadounidense, mientras Costa Rica solo atinaba a sacar agua del bote. Sufrimiento es la mejor manera de describir por lo que pasó la Sele en estos largos, largos 45 minutos.
Con el tanto de Bradley el boleto tico quedaba protegido por la delgada membrana de un solo gol.
Hasta que ocurrió lo peor. Tiro de esquina a favor de Estados Unidos: la última jugada del partido. Bornstein aprovechó la marca floja para condenar a los ticos a la amargura. El boleto se escurrió, cruelmente, a solo 20 segundos.