Detrás del joven arquero carmelo que ahogó el grito de gol de Saprissa en 13 ocasiones, el sábado en el Morera, hay un camino lleno de obstáculos.
Hace año y medio, en la cama de un hospital, Bryan Rodríguez se preguntaba si debía retirarse o seguir luchando por hacer una carrera en la Primera.
El portero recién había levantado la copa de campeón con el Alto Rendimiento de Carmelita cuando sufrió un accidente de tránsito, que lo obligó a someterse a una cirugía de bazo.
La gravedad de la operación lo mantuvo cuatro meses internado, sin poder tocar la pelota.
“Llegué a pensar que el fútbol no era lo mío. Fue un momento muy difícil que solo el que lo vive se da cuenta del peso que tiene”, contó Rodríguez a La Nación .
El arquero superó este episodio, una prueba entre muchas. Otra fue cuando le dijeron que con su 1,74 m de estatura no llegaría a la división de honor.
Rodríguez, de apenas 20 años, se dio cuenta que necesitaba mejorar su salto para competir con los porteros de más altura.
Y así lo hizo. Empezó a trabajar horas extra, sin descuidar su gran virtud: los reflejos.
Esta fortaleza le permitió frenar muchos de los embates morados, en el triunfo de 4-3 del pasado sábado en el Morera Soto.
“Me han dicho que no puedo, pero me entra por un lado y me sale por otro”, agregó Rodríguez.
En su discurso le agradece constantemente a Dios: él profesa la religión adventista, en la que se asiste a la iglesia los sábados.
En varias oportunidades le tocó faltar debido a la programación de los juegos, pero dice que nunca deja de agradecer a Dios.
Del barrio Los Jardines, cerca de Montecillos en Alajuela, y formado en la Academia Wílmer López, este humilde guardavallas anhela llegar muy lejos.
“Yo creo que no hay techo; toca trabajar duro”, enfatizó.