En el primer partido eliminatorio de la Selección Nacional el pulmón de La Sabana empezó a teñirse de rojo cerca del inicio del juego.
Algunas camisetas nuevas y otras de diseños anteriores se empezaron a ver como una marea roja cuando comenzaban a ser las siete de la noche.
Y no es de extrañarse, la costumbre de los ticos dicta que es normal esperar hasta el último momento para asistir a eventos.
Quizás porque era viernes y algunos tenían que salir de las oficinas o porque los asientos son numerados y no es necesario hacer largas filas para buscar un buen espacio, como antes.
Por esto, el ambiente en horas de la tarde fue menos efervescente y los pocos que estaban ahí necesitaron de un impulso para hacerse sentir.
Algunos con tambores gritaban el famoso “oee oee oee ticos ticos” para que otros que se encontraban dispersos por la acera se les unieran en el cántico.
Toda esta alegría fue avanzando conforme arrancaba la noche. Las banderas de la Tricolor se hacían más visibles y las cornetas sonaban por todas partes.
Los aficionados, con pelucas y caras pintadas, empezaron a mover más el ambiente, vacilaron con algunos salvadoreños, hablaron sobre los pronósticos del juego en un entorno armonioso y alegre.
Apoyo. Los que no necesitaron un impulso fueron los salvadoreños que desde que abrieron la puertas del Estadio Nacional, cerca de las cinco de la tarde, ya estaban entusiastas y con sus camisas azules.
Ubicados al costado oeste de La Joya los cuscatlecos posaban para la foto, realizaban entrevistas y además esperaban con banderas y canciones la llegada de la busetas que trasladaba a sus jugadores al coloso deportivo.
Y no eran los únicos, por un lado se podían apreciar a los ticos esperando por la Tricolor, mientras que en la acera del frente estaban los de la Selecta esperando ansiosos a su selección.
Cuando llegó cada equipo ambas partes estallaron en algarabía y con saltos y gritos de apoyo, observaron como se alejaban poco a poco sus jugadores.
Entonces se inició el desfile a las graderías. Con paso lento pero decidido, los aficionados se llevaron la fiesta para el estadio.