Buenos Aires
Michel Platini lanzó la piedra: una Copa Mundial con 40 equipos a partir de Rusia 2018. Y deslizó un detalle importante: “Estoy totalmente de acuerdo con el señor Blatter en que necesitamos más equipos africanos y asiáticos. Pero en lugar de reducir europeos debemos ir hacia 40 selecciones en la Copa del Mundo. Podemos añadir dos de África, dos de Asia, dos de América, uno de Oceanía y uno de Europa. Apoyo esta idea”, dijo el extalentoso número 10.
Primera lectura: significa que la iniciativa no nació ayer, viene habitando las mentes dirigenciales hace un tiempo. Segunda: si el Comité Ejecutivo de la FIFA lo plantea y Europa está de acuerdo, será un hecho, porque los beneficiados directos serían África y Asia. Y entre los tres suman 147 de las 209 asociaciones del mundo. A los demás, les queda aplaudir.
El tema quedó instalado: ¿Está bien o mal llevar el Mundial a 40 selecciones? ¿Es demasiado...? Al periodismo no hay que hacerle mucho caso: seguro va a estar en contra. Cuando se pasó de 16 a 24 equipos la prensa dijo que era una locura; cuando se aumentó a 32 se escandalizó. Pero nadie querría volver a lo anterior. Sería regresar a la televisión en blanco y negro.
Cuando se anunció que la eliminatoria se jugaría por el sistema de todos contra todos, hubo indignación en los medios. Y ya vemos que, así, es preciosa. Cuando se agregó a los mexicanos en la Libertadores y en la Copa América las protestas duraron meses. Fue enriquecedor.
Ya en 1966, cuando la Libertadores pasó de jugarse solo con los campeones a integrar los subcampeones (o sea, de 10 equipos a 20), generó críticas. Naturalmente, fue muy positivo, el torneo evolucionó. No hay noticias de periodistas que hayan dicho “Me equivoqué, es más lindo ahora”.
Los cambios pueden tener un trasfondo electoral. Pero hay una realidad: todas las modificaciones que se han hecho en el tiempo resultaron buenas, son inobjetables. La Copa Mundial es fantástica, cada vez mejor.
¿Por qué África? Lo cuestionable es la “necesidad” de dar más cupos a África. Si se esgrimen razones demográficas (más de mil millones de habitantes) o de cantidad de asociaciones (tiene el mayor número: 54), es atendible. Sin embargo no hay motivos futbolísticos que avalen aumentarle dos cupos. Hace 30 años el fútbol africano viene amenazando con convertirse en potencia y no sale del amague. Incurrió en un fiasco tras otro. Nunca ha dado una súperestrella, un número uno. Y en los últimos 10, 15 años, su producción de talentos es pobrísima: se nos vienen a la mente Samuel Eto'o, Didier Drogba, Yaya Touré. Muy buenos; y muy pocos. Hay, sí, un lote grande de futbolistas africanos en ligas europeas, jugadores comunes, que no hacen diferencia pero son más económicos. Esta semana vimos a Nigeria y Costa de Marfil en el Mundial Sub-17. Son lo mismo de siempre, voluntariosos, de gran físico, con escaso talento y una reciedumbre desmesurada, siempre tolerada por los jueces. Hay como una línea que baja de FIFA, no escrita, que dice “dejar pasar”. Si se les aplicara el reglamento, tendrían dos expulsados por partido. Cuando van a Europa se adaptan y entran en la normalidad.
No les negamos futuro. Si se produce algún día el despegue del continente (dicen que ya ha empezado) y crean infraestructura y llevan formadores, puede ser. Porque la raza ayuda.
Asia es menos aún que África futbolísticamente. Tampoco se advierte la “necesidad”. Aunque en cambio, parece avanzar. Japón, Corea del Sur, Australia, crecen sostenidamente. Y el gran desarrollo económico permite suponer que seguirán mejorando en lo deportivo. Algún día aprenderán los chinos. Irán e Irak siempre tuvieron un fútbol aceptable, pero las guerras y la inestabilidad política los retrasó. Tampoco surgen de allí talentos para el fútbol de élite. Puede aparecer algo aislado, no se descarta. Regalarle dos cupos más por cuestiones políticas, suena feo. Y va en detrimento de la excelencia.
Lo justo sería generar más repechajes. Ejemplo: se le asignan a África sus cinco cupos directos y tres medios más para disputar repechajes con otras regiones. Si los gana obtendría ocho plazas. Pero debería lograrlo en un campo de juego. Lo mismo vale para Asia.
Repechaje, solo un juego. Acerca del repechaje, FIFA debería hacerlos a un solo partido en terreno neutral, para evitar influencias extras. Es tanto lo que está en juego, que el ambiente del partido no es lo aséptico que se requiere.
Ocho selecciones más significa hacer felices a más millones de personas, está claro. Y si se conforman ocho grupos de cinco equipos –idea de Platini–, la lucha será titánica. Solo se prolongaría tres días el tiempo de disputa, no es grave.
Actualmente el reparto es: Europa 13, África cinco, Asia y Suramérica 4,5, Concacaf 3,5, Oceanía 0,5 y un cupo el país organizador.
Seis cupos directos serían una conquista para Suramérica, que tiene cuatro y medio. Incluso 5,5 es bueno dadas las posibilidades de ganar el repechaje. Podría llegar a seis representantes. Y cuando organice uno, subirían a siete. Para ello América del Sur debe rogar que sus selecciones hagan un gran papel en Brasil.
En cuanto a Concacaf, pasar a 4,5 sería más que interesante. Podría meter cinco en cada torneo. En ese escenario, México y Estados Unidos estarían siempre asegurados. Y Costa Rica sería un habitué en los Mundiales.