El Salvador regresó a su casa con el principal objetivo cumplido: clasificarse a la venidera Copa de Oro, sin duda el principal atractivo que tiene la Uncaf.
Por eso, quedarse en el camino hacia la final fue un golpe doloroso pero no devastador, máxime para los intereses de un equipo que acaba de iniciar un nuevo proceso de cara al 2018.
“Estos partidos tienen que servirle como rodaje para tener experiencia y hacer el proceso y recambio generacional del futuro.
“Los cambios de hoy (ayer) fueron de chicos de 22 años. Eso debe ser la ganancia, porque a la afición uno no la puede consolar, pero tienen que entender que se está trabajando de cara al futuro”, aseguró el técnico Alberto Agustín Castillo.
Y aunque pueda sonar a excusa, las palabras de Castillo no dejan de ser ciertas: al certamen centroamericano los cuscatlecos trajeron un equipo cargado de nuevas caras y él apenas tiene un mes de estar al frente del combinado.
Suerte. El Salvador selló el boleto sin ganar ni un solo partido y apoyado en la suerte de una rifa, una realidad que el estratega salvadoreño defendió ayer.
“Honduras también consiguió el boleto sin ganar. En un torneo así, tan corto, eso pasa. Entramos por sorteo pero estuvimos nivelados con ellos y Panamá. También hubo méritos de este lado”, aseguró Castillo tras el compromiso.
Pero no dejó de lado la crítica.
“Estamos claros que atrás nos vimos bien, pero seguimos teniendo problemas arriba. No tuvimos los jugadores desequilibrantes que queríamos, pero a final de cuentas ningún equipo los tuvo en este torneo”, añadió el timonel.
El Salvador disputará ahora el tercer lugar ante Belice mañana, una despedida con aires de consolación para dos semifinalistas.