Barcelona's Pedro Rodriguez, left, celebrates after scoring a goal during the Champions League quarterfinal second leg soccer match between FC Barcelona and Paris Saint-Germain FC at the Camp Nou stadium in Barcelona, Spain, Wednesday, April 10, 2013. (AP Photo/Manu Fernandez) (Manu Fernandez)
Barcelona. EFE El Barcelona sufrió más de lo esperado para clasificarse por sexta vez consecutiva a las semifinales de la Liga de Campeones de Europa.
Incluso, necesitó de un renqueante Lionel Messi para igualar 1-1 ante un gran Paris Saint Germain, equipo que hizo méritos para pasar de ronda.
Los dos goles en condición de visitante son los que le dan el pase al conjunto español (3-3 en el global).
El técnico catalán, Tito Vilanova, acabó con las especulaciones una hora antes del inicio del encuentro: Messi iría al banquillo.
Lo que no imaginaba el timonel azulgrana es que la eliminatoria se pondría tan fea y al final tendría que echar mano de su amuleto.
Pero el choque empezó bien para el Barça : una falta frente al área sirvió para que Xavi probara enviarla a la portería.
El volante golpeó con intención, pero el balón se estrelló al lado de la red, lo que provocó un efecto óptico que hizo que algunos celebraran.
Sin embargo, la falta cobrada por Xavi, una jugada de Pedro por la izquierda y un tiro alto de David Villa fue todo el bagaje ofensivo en la primera mitad de los locales.
Los franceses se repusieron del susto inicial con dos rápidas llegadas. Una acabó con un inocente disparo de Lavezzi y la otra fue provocada por una pérdida de Busquets.
Con la defensa echada atrás, las líneas separadas y el equipo partido en dos, el Barcelona perdía el esférico con facilidad y sufría como nunca para controlar a su rival.
El empate sin goles con el que se llegó al descanso era la mejor noticia para los catalanes tras lo visto en la primera mitad.
El PSG solo le dio tregua 20 minutos: los 15 del intermedio y los cinco que tardó Javier Pastore en anotar en un contragolpe, al minuto 50 el encuentro.
Faltaba todavía un mundo, el Barça necesitaba un gol y Messi, al que ya no le quedaban uñas en el banquillo, miraba de soslayo a Vilanova, esperando que este lo llamara para calentar.
Leo al rescate. Con la Pulga en el campo, por fin el Barcelona logró encerrar al equipo parisino.
Aún renqueante, dosificando cada uno de sus esfuerzos, echándose la mano al muslo derecho en cada interrupción, el efecto catártico de Messi fue total.
Una jugada suya frente al arco, en la que combinó con David Villa, acabó con un obús de Pedro Rodríguez, que metió a los catalanes de nuevo en la eliminatoria.
Fueron solo 10 minutos de asedio azulgrana, apenas dos tiros entre los tres palos –los dos únicos que hizo en todo el partido–, pero suficientes para recuperar el mando de la serie y meterle el miedo en el cuerpo a los jugadores rivales.
Al equipo de Carlo Ancelotti se le empezó a acabar la gasolina y decidió echarse atrás en busca un último contragolpe letal, algo que, finalmente, no fructificó.