Juntos, el coach Gregg Popovich y el ala-pivote Tim Duncan derrotaron a los Knicks de Patrick Ewing, a los Lakers de Kobe y Shaq, a los nuevos Chicos Malos de Detroit y hasta a los Cavs de LeBron James.
Los Spurs vencieron a todos los enemigos menos a uno: el tiempo.
A sus 37 años de edad, Duncan culminó una temporada con números tan estables como en toda su prolífica carrera, incluso mejoró en algunos apartados, desafiando el refrán que cita a un perro viejo incapaz de aprender nuevos trucos.
Pero nadie tiene fe de que ese mismo nivel continúe en uno de los jugadores más técnicamente perfectos que ha visto la liga.
También perderá aliados. Manu Ginóbili (35 años) debe analizar si le quedan fuerzas para continuar, y Tony Parker (31 años) hace rato dejó de ser un joven en desarrollo.
Elevaron la franquicia a otro nivel. Aunque el peor escenario no espanta a estos Spurs, ellos hace rato aseguraron su legado en la historia como uno de los mejores equipos que ha reinado en la NBA.
Pop y Duncan conquistaron cuatro títulos al ganar las primeras cuatro finales a las que llegaron. Elevaron a la franquicia a otro nivel, de equipo pequeño a uno de los gigantes de la liga.
Tanto así que en el 2002 fue necesario cambiar de patio por el más moderno y grande AT&T Center.
Además, mientras Popovich siga con su mandato militar este equipo seguirá con opciones. Lo dice la multitud de estrellas que creó con su estilo regañón y extremadamente técnico.
Duncan y Parker jamas hubieran sido candidatos al Salón de la Fama sin escuchar los constantes llamados de atención del coach .
Los mismo podríamos decir en unos años de jugadores como Danny Green o Tiago Splitter.
Principalmente de Kawhi Leonard, un niño de 21 años quien en su segunda temporada logró marcar sin sonrojarse al Rey LeBron.