Demos por un hecho que el diputado Ottón Solís está equivocado en su obstinada intención de obligar al Gobierno a bajar el Presupuesto Nacional del 2015 en ¢300.000 millones (1% del producto interno bruto).
En ese escenario, el vaso hay que verlo medio lleno: podrá estar perdido en exigir tanto dinero, pero, si algo hay que reconocerle, es ser consecuente con los principios que pregona desde el primer día que pidió votos.
En este caso, la austeridad ha sido uno de sus ganchos políticos. No es nada nuevo en él y, por eso, no es extraño que la reclamara en gobiernos de Liberación o de Unidad, y ahora, con más razón, en la Administración del partido que él fundó.
Si Solís, como presidente de la poderosa Comisión de Asuntos Hacendarios, se quedara callado, si se aliara a la tesis de su Gobierno, estaría traicionando el mensaje que vendió en sus tres campañas presidenciales. Daría pena verlo cuestionando gastos desde la oposición, y enmudeciendo en el oficialismo.
Pero demos por un hecho que el diputado está en lo correcto. Los números, los informes técnicos, los reportes de las calificadoras de riesgo internacional y la situación económica parecen darle la razón.
El presupuesto para el 2015, tal como está planteado, es exagerado. De un año a otro, aumentó un 19%, justo cuando el déficit fiscal no cede y solo crece, para amenazar con subir a 6,7% del PIB el próximo año.
Las calificadoras Moody’s, Ficht y Standard & Poors han alertado desde hace meses que Costa Rica está obligada a racionalizar el gasto... y este presupuesto es todo lo contrario.
Esos reportes la Contraloría de la República los apuntaló al advertir de que “existe una clara tendencia de crecimiento del desequilibrio fiscal”, sobre todo porque un “nivel de deuda del 40% es de difícil manejo”.
La Contraloría es más contundente: “El presupuesto 2015 crece a tasas superiores a la producción y crece más de tres veces la inflación, en gran medida por el crecimiento de la deuda”.
Todo indica que los equivocados son aquellos que creen que los costarricenses damos para pagar más en pensiones de lujo, más en pensiones para “jóvenes” de unos 52 años, más en premios salariales al 99% de la planilla del Gobierno, más en viajes, más en viáticos, más en consultorías... solo “más”, ninguno dice “menos”. Todo indica que Ottón Solís está más cuerdo y consecuente que nunca.