El cuento de la zanahoria y el garrote se usa para ilustrar como, para avanzar, se requiere algo de motivación acompañada de un poco de garrote. Dar mucha zanahoria puede hacer que la gente se sienta muy cómoda, no queriendo moverse para ningún lado. Dar mucho garrote, por otro lado, puede hacer que la gente se desmotive y más bien quiera salir huyendo del yugo opresor de quien le da garrote. Parece que a nuestros diputados se les han olvidado las lecciones de este cuento, queriendo aprobar leyes que no guardan la proporcionalidad adecuada. Quieren dar mucho garrote, y muy poca zanahoria.
Un ejemplo de esto es la ley de tránsito. Con el loable objetivo de reducir los accidentes en las carreteras, la Asamblea ha venido discutiendo hace rato sobre este tema. Ya fue aprobada una ley, en la que se les fue la mano con las multas (garrote). Por eso ahora discuten rebajarlas. Lo cierto es que no puede llevar el mismo palo un chofer de tráiler que conduce bajo los efectos del alcohol, que alguien que dejó olvidada su licencia en la casa. El primero puede matar a varias personas por su conducción irresponsable. El segundo, por el simple hecho de no llevar un pedacito de plástico, no le hace daño a nadie.
Otro ejemplo es la nueva ley antitabaco que se pretende aprobar. Nadie discute el daño que causa el fumado. No solo en quien fuma, sino en terceros, tanto los fumadores pasivos como los que pagamos cuotas del Seguro para atender a los enfermos de cáncer por culpa del fumado. De ahí que se hayan venido aprobando leyes que restringen los lugares donde se puede fumar y la publicidad que se puede hacer y gravando con impuestos los cigarrillos. La discusión gira en torno a hacer el garrote más grande: más restricciones y más impuestos. Sin entrar a analizar restricciones a la publicidad en la cajetilla, me parece que en la parte de impuestos se les está yendo la mano a los diputados.
Pretender aumentar el impuesto de cada cigarrillo en 20 colones, que más o menos triplicaría su precio de venta, no hará que los fumadores dejen el vicio, sino que promoverá el contrabando. Es lógico que, con un garrote tan duro, la gente busque opciones. Ya están entrando cantidades grandes de cigarrillos al país que no solo no pagan los impuestos vigentes, sino que contienen materiales que hacen el cigarrillo aún más dañino. Con esta pretendida ley antitabaco, ni se logrará reducir el riesgo a la salud, ni se recaudarán fondos adicionales para el fisco.
Los programas de educación para evitar que los jóvenes empiecen a fumar –la zanahoria–, son la forma más efectiva de reducir los problemas de salud relativos al fumado. No hay que esperar a que se aprueben nuevos impuestos para impulsar estos programas.