Yolanda Oreamuno (1916-1956) nació en una familia que, aunque emparentada con las elites costarricenses, era de recursos modestos. Esto explica que, en vez de graduarse de bachiller en Ciencias y Letras en el Colegio Superior de Señoritas, se titulara de contadora mercantil en 1933, especialización que le permitía una más rápida incorporación a la fuerza laboral.
En los estudios existentes, por lo general se omite indicar que Oreamuno empezó a convertirse en una figura pública en una etapa muy temprana de su vida. En 1932, a los 16 años, fue coronada reina de las Exposiciones de Artes Plásticas y en 1933 quedó entre las cinco finalistas del concurso Señorita Costa Rica. Su participación fue apoyada por el periódico La Hora, que promovió a Oreamuno como una representante genuina de la raza costarricense.
Si su intención fue valerse del concurso para lograr una ventajosa inserción en el mercado matrimonial de las élites, tal estrategia no fue exitosa, ya que, una vez finalizado el certamen de belleza (el cual no ganó), debió empezar a trabajar.
Poco se conoce de los empleos que tuvo Oreamuno entre 1934 y 1935, pero en 1936 laboraba en la representación diplomática de Chile, en San José. Allí conoció a Jorge Molina Wood, que se desempeñaba como encargado de negocios, con quien se casó en mayo de ese año; posteriormente, la pareja se estableció en Chile. La relación, sin embargo, terminó trágicamente: hacia enero de 1937, Oreamuno ya estaba de vuelta en Costa Rica y en marzo siguiente su esposo se suicidó en Santiago.
Intelectual. Desde antes de quedar viuda, Oreamuno parece haber tomado conciencia de que si su matrimonio fracasaba y tenía que separarse o divorciarse, eso la dejaría en condiciones muy desfavorables para encontrar una nueva pareja.
Fue en tales circunstancias que empezó a desarrollar su faceta intelectual. Ciertamente, entre 1931 y 1935, ella manifestó diversas inquietudes literarias y se integró en círculos de artistas y escritores, predominantemente masculinos; pero su única publicación fue un texto de 1932, en el cual se manifestó en contra del voto femenino.
Para finales de 1936, Oreamuno empezó a reinsertarse en la esfera pública costarricense a partir ya no de la promoción de su belleza sino de su producción intelectual. Gracias al apoyo de Joaquín García Monge, en diciembre del año indicado publicó un artículo y un cuento en el célebre Repertorio Americano, una de las más importantes revistas culturales de América Latina.
A partir de 1937, Oreamuno empezó a trabajar en Tributación Directa y mantuvo una relación cercana con Óscar Barahona Streber, estudiante de Derecho de muy limitados recursos económicos, con el que finalmente se casó en julio de 1939. Según Barahona, ambos habían sido novios en 1931, cuando tenían quince años y reanudaron el contacto luego de que ella regresó de Chile.
Producción. De diciembre de 1936 a finales de 1940, Oreamuno publicó 16 textos en el Repertorio Americano. Al analizar sus escritos, se constata –como lo indicó la investigadora Ruth Cubillo– un desplazamiento de enfoques racistas y clasistas a otros en los que se manifiesta un interés por los problemas sociales y por los sectores populares.
Su maduración intelectual fue resultado de un proceso complejo y poco conocido. Según Barahona, él y Oreamuno se integraron a la Liga Antifascista, que apoyaba a los republicanos durante la guerra civil en España (1936-1939), y empezaron a frecuentar la casa de Carmen Lyra; pero sin militar en el Partido Comunista de Costa Rica (PCCR).
En contraste, en un informe diplomático estadounidense de junio de 1942 se identificó a Oreamuno como una de las líderes del PCCR y se indicó que ella era “una mujer joven muy hermosa”, quien frecuentemente había “tomado parte en demostraciones a favor de Rusia y contra el Eje y los estados falangistas”. “Su marido es generalmente considerado como otro de los simpatizantes silentes del Partido”, se dijo también.
De hecho, como lo ha mostrado Alexánder Sánchez, en noviembre de 1937, Oreamuno fue despedida de su puesto en Tributación Directa por participar en una protesta antifalangista, liderada por el PCCR.
Taller. Así, en cuestión de unos pocos años, Oreamuno pasó de ser candidata a reina de belleza y de oponerse al voto femenino a convertirse en una intelectual controversial, crítica de la democracia costarricense y vinculada con los comunistas.
Una transformación de ese tipo fue posible porque Oreamuno, al igual que Carlos Luis Fallas, se sumó al informal taller literario que el PCCR, desde su fundación en 1931, mantuvo en funcionamiento bajo la dirección de Carmen Lyra.
Fue bajo la influencia de Lyra y de otras personas que militaban en el PCCR o simpatizaban con él –como Emilia Prieto, Lilia Ramos y el propio Barahona Streber– que Oreamuno empezó a sensibilizarse sobre los problemas sociales, a considerar críticamente la sociedad y la política costarricense, a desarrollar su capacidad analítica y a perfeccionar sus recursos narrativos.
Pese a que provenían de mundos muy distintos, Fallas y Oreamuno compartían una característica común: el potencial que tenían para intelectualizarse, solo se desplegó una vez que se integraron en el taller referido, cuyo propósito principal era promover la producción de narrativas proletarias basadas en las experiencias de vida y laborales de los trabajadores.
Fallas sí respondió directamente a esa iniciativa, al escribir en 1940 Mamita Yunái a partir de sus vivencias como trabajador bananero. Oreamuno, que carecía de experiencia obrera, hizo una adaptación creativa: a finales de 1939, empezó a elaborar Por tierra firme, novela en la que consideró, desde un punto de vista psicológico, las dificultades y problemas de la mujer moderna en Costa Rica y Chile.
De esta forma, Fallas utilizó sus experiencias para elaborar una novela realista de denuncia social, mientras que Oreamuno usó las suyas para producir una obra introspectiva que, en vez de centrar su atención en las diferencias de clase, priorizaba la condición femenina. Ambos textos introdujeron innovaciones fundamentales en la literatura centroamericana de esa época.
Ruptura. Oreamuno y Fallas compitieron en el concurso continental convocado en 1940 por la editorial estadounidense Farrar & Rinehart para escoger la mejor novela latinoamericana. Los jurados nacionales debían seleccionar solo un manuscrito ganador, pero el de Costa Rica, en el que figuraba García Monge, seleccionó tres obras, una de las cuales fue Por tierra firme.
Enterada del resultado, Oreamuno, quien por entonces vivía en San Juan de Tibás, protestó fuertemente contra esa falta de decisión y retiró su novela del concurso. Su proceder la enfrentó públicamente con el jurado (en particular con Roberto Brenes Mesén) y se prestó para que algunos periodistas se burlaran de ella.
Lo peor, sin embargo, estaba por venir. Además de no escoger a un solo ganador, el jurado descalificó a Mamita Yunái, lo que provocó que los comunistas emprendieran una defensa implacable de esta novela, aun a costa de la de Oreamuno. Emilia Prieto, quien había leído ambas obras, declaró que la de Fallas “no vale menos” que Por tierra firme.
Este conflicto tuvo un alto costo para Oreamuno, quien pasó más de dos años sin publicar en el Repertorio Americano y rompió con el círculo en el cual había madurado intelectualmente. Dicha ruptura probablemente repercutió en su matrimonio (que terminó en divorcio pocos años después) y afectó la relación de Barahona con el PCCR.
Poco sorprende entonces que, luego de lo sucedido, Oreamuno se convirtiera en fuerte crítica del tipo de narrativa que promovía el PCCR y se convenciera de que ella no tenía un futuro literario en Costa Rica.
El autor es historiador.