Es preocupante ver cómo el gasto público en Costa Rica se ha disparado en los últimos años y los ingresos se han afectado en gran parte debido a la contracción económica.
Del 2007 al 2012, los gastos corrientes crecieron un 22% –del 13,6% al 16,7% del PIB–, los salarios pasaron de 5,2% al 7,3% del PIB, los educadores tuvieron un incremento del 43%, y las transferencias a universidades, pensiones y programas sociales aumentaron en 42%, al pasar del 4,7% a 6,7% del PIB. Lo triste de esta situación es que gastamos más, pero no corregimos las brechas sociales. De hecho, el gasto social en Costa Rica es el más alto de Latinoamérica. No obstante, cada año creamos más instituciones en lugar de buscar consolidarlas y hacerlas más eficientes.
Duplicidades. Las duplicidades y la inoperancia en los gastos es alarmante. Más del 80% del presupuesto nacional se va en salarios. El Ministerio de Hacienda solo tiene un 5% de flexibilidad en la asignación de recursos. En el presupuesto del 2014, al igual que en otros años, no se pueden fijar prioridades, ni hacer buenas mediciones. El proyecto de ley para ordenar el empleo público no parece tener viabilidad política para ser aprobado.
Los salarios promedio en el sector público casi triplican a los del sector privado. Más de 150 funcionarios ganan más de ¢10 millones al mes y 1.550, más de ¢5 millones mensuales. En el sector público hay instituciones en las que las cesantías alcanzan 25 años, vacaciones de un mes, incapacidades injustificadas, inamovilidad, incrementos superiores al costo de la vida y otros pluses que asfixian el gasto público. Los aumentos de salarios a la Policía repercuten en otros asalariados en forma exponencial, debido a que están encadenados.
Año complicado. El 2014 no va ser un año fácil, ya que su presupuesto prevé un déficit superior al 6%, y en el que los salarios se van a financiar, en un 50%, con deuda. La inflación proyectada es de 4% al 6%. Para la obra pública se invertirá únicamente el 1,6% del PIB, mientras los asiáticos invierten entre 12% al 15% del PIB. La deuda publica crecerá del 53%, en el 2013, al 58% del PIB. Posiblemente la deuda externa se encarecerá por un aumento en los intereses, al disminuir los estímulos del Tesoro de EE. UU. El precio del petróleo estará más volátil por la inestabilidad geopolítica del Medio Oriente. Por otra parte, el déficit financiero del Banco Central de Costa Rica se estabilizará, pues no va a tener que salir a comprar tantos dólares al mercado como en el 2013.
Panorama. El crecimiento de los países emergentes como India, China, Rusia y Brasil va a ser menor que en el 2013. La proyección del Fondo Monetario Internacional fija un crecimiento de un 1% para la Unión Europea, y en el panorama para EE. UU., aunque es poco claro, se proyecta un crecimiento de un 1,8%. Para Costa Rica, el crecimiento estará entre un 3% y un 4% del PIB, basado en mantener la actual inversión privada en zonas francas, servicios y la industria de la construcción. El déficit de cuenta corriente estará entre un 5% y 5,5% del PIB. El crédito en colones aumentará con tasas más competitivas. Las exportaciones aumentarían entre un 3% y 4% gracias a una pequeña mejoría de los mercados meta. El tipo de cambio posiblemente aumentaría entre un 7% y un 10%, debido a una mayor demanda.
Déficit fiscal. ¿Qué hacer? Para lograr crecer con sostenibilidad y equidad, lo más importante es paralizar el crecimiento del déficit fiscal, antes de que sea tarde. Para llegar a esa meta, lo más importante es generar nuevos ingresos y racionalizar fuertemente los gastos. Por el lado de los gastos, lo importante es tomar medidas para no continuar con la escalada de los altos salarios del sector público y el crecimiento de nuevas plazas. Es relevante, hoy más que nunca, crear un régimen único de salarios en el sector público para buscar su ordenamiento, dar mayor transparencia y lograr eficiencia. Por el lado de las pensiones de lujo, con cargo al presupuesto, debemos buscar una salida a base de un tributo más justo.
Ingresos. Por otro lado, en el campo de las exoneraciones y subsidios a ciertos sectores productivos, debemos buscar la racionalidad y sostenibilidad de largo plazo. Paralelamente a un reordenamiento y un programa de austeridad en el gasto del sector público, hay que negociar un acuerdo que mejore los ingresos, dándoles mayores recursos humanos y tecnológicos, al igual que mayores atribuciones, a Tributación y Aduana, estableciendo mayores controles internos que les permitan recaudar los ingresos correctos. Respecto a los ingresos, hay que buscar acuerdos para ampliar la base de contribuyentes a más bienes y a la mayoría de los servicios. También es importante convertir el impuesto de ventas en un impuesto al valor agregado.
Cultura tributaria. Todo este proceso de negociación debe fortalecerse con una nueva cultura tributaria que les dé a los costarricenses la confianza en que los impuestos se van a manejar con racionalidad, eficiencia y transparencia, y en que se beneficie a los que menos tienen. Solo con un proyecto fiscal simple y una visión de futuro avanzaremos y creceremos para lograr una sociedad más justa y humana.
Lo peor sería que el Estado reciba más recursos para alimentar una mayor burocracia de fuertes demandas, que no está consciente de la grave situación fiscal de Costa Rica.