Para estas próximas elecciones, el voto femenino supera al masculino en el padrón electoral: hay registradas 1.542.512 mujeres que podrían ejercer su derecho a elegir presidente y diputados, mientras que los hombres suman 1.535.972. Si todas las mujeres decidieran ir a votar en febrero, podrían ser ellas las que elijan al nuevo presidente.
Aunque hoy reina la apatía en el electorado y muchas mujeres piensan no presentarse a las urnas a ejercer este derecho, deberían saber cuál ha sido el largo camino que ha recorrido la humanidad entera para que ellas puedan votar.
En Estados Unidos, un país donde existió la esclavitud, se le concedió el derecho al voto a los hombres negros, en febrero de 1870, mediante la decimoquinta enmienda a la Constitución estadounidense, aunque se mantuvo la prohibición de ese derecho para las mujeres, blancas, negras o de cualquier otra raza. Para los estadounidenses, la mujer era, incluso, inferior a los exesclavos negros.
No fue sino hasta agosto de 1920, cuando se ratificó la decimonovena enmienda a la Constitución de los Estados Unidos, que permitió el voto femenino, pero solo a las mujeres blancas. Tuvieron que pasar 45 años más para que, en 1965, se permitiera votar a todas las mujeres, sin importar su color de piel. En España, se reconoció el sufragio femenino hasta 1931, en la Constitución de la Segunda República Española.
La Declaración Universal de los Derechos Humanos en 1948 promovía la igualdad entre hombres y mujeres; sin embargo, en Costa Rica los diputados se resistían a realizar la reforma a la Constitución para permitir el voto femenino, debido a que, según ellos, textualmente, las mujeres “no tienen formación cívica, son inferiores mentalmente, son virtuosas y no deben ensuciarse con la política, si se meten en política abandonan la maternidad y sus labores domésticas”. Finalmente, se logró la aprobación del derecho al voto de la mujer, en junio de 1949, hace apenas 64 años. Muchas de nuestras abuelas no pudieron nunca pudieron votar, aunque lo hubiesen querido.
Más que valioso. Bernarda Vásquez Méndez fue la primera mujer que ejerció el derecho al voto directo y secreto en Costa Rica, el 30 de julio de 1950, en un plebiscito para definir si los habitantes de La Fortuna y La Tigra querían pertenecer a San Carlos o a San Ramón. En esa ocasión votaron 26 mujeres y los vecinos optaron por acogerse a San Carlos. Y, saliendo de Tiquicia, Suiza, uno de los países que se considera más avanzado en las libertades sociales y la democracia, no permitió el voto a las mujeres hasta 1971.
Un largo camino, de lucha constante derribando prejuicios, ha tenido que seguir la mujer para alcanzar el derecho a asistir a las urnas y elegir a los gobernantes. Por eso, antes de decir que no piensa ir a votar en las próximas elecciones, sepa que hay todavía en el mundo Estados que no permiten el voto femenino, como Arabia Saudí, Qatar y el Líbano. Kuwait permitió votar a las mujeres hasta el 2005, y Emiratos Árabes Unidos recién en el 2006.
Piense que tiene la fortuna de vivir en un país democrático, no fundamentalista, que le da ese derecho, denegado todavía a millones de mujeres en el mundo. Infórmese, hay 12 candidatos y partidos políticos para escoger. Vaya sola con su conciencia, con su pareja, arme un grupo de amigos, o acompañada con toda la familia y sea parte de la fiesta democrática costarricense, un ejemplo para el mundo.