A propósito de la Conferencia sobre Educación para las Ingenierías y Ciencias Aplicadas, organizada por el Ministerio de Ciencia y Tecnología junto con el Banco Mundial, comparto algunas de las reflexiones planteadas por los participantes en torno al tema de la universidad del futuro.
En el futuro, las universidades se enfocarán más en el aprendizaje que en la enseñanza, los jóvenes aprenderán a aprender y también a desaprender. Por lo tanto, elementos que hoy percibimos esenciales como los docentes, la infraestructura misma o los administrativos, pasarán a ser complementarios.
Ir a la universidad será obligatorio. Los jóvenes de escasos recursos subastarán por Internet quién le asigne una beca, y personas e instituciones competirán por darla.
Las universidades tendrán un mayor equilibrio entre sus actividades de educación, investigación y acción social. Las instituciones de educación superior serán tan eficientes en el desarrollo de innovaciones, creación de empresas derivadas y prestación de servicios, que llegarán a ser completamente autosuficientes económicamente.
En el proceso de formación, será posible que los estudiantes lleven cursos de la misma carrera en diferentes universidades. Las clases serán en el aula o en el laboratorio, en las empresas o virtuales en plataformas como Second Life. Habrá una perfecta simbiosis entre la universidad de cemento y la universidad del “click”.
Los títulos tendrán fecha de expiración, por lo que la gente estudiará más de una carrera y con diversos grados de especialización. Los posgrados en arte, cultura y filosofía serán muy apreciados.
La matrícula universitaria estará en gran parte compuesta por programas de educación continua y reconversión profesional, además de los grados y posgrados. Los currículos académicos estarán en constante actualización, y su modernización será muy expedita.
Los estudiantes que al egresar de universidades privadas no consigan trabajo, tendrán derecho a que se les devuelva su dinero.
La orientación vocacional se hará desde edades tempranas y habrá suficiente información sobre las posibilidades de desarrollo laboral. En el futuro ya no estará vigente la premisa de que el joven estudia lo que quiere, y el Estado paga. Será posible estudiar carreras con pocas oportunidades laborales pero enfrentando restricciones de becas y matrícula.
En el futuro el aprendizaje será individualizado y muy flexible. La información será presentada de diferentes formas. El modelo actual de producción en serie de profesionales será cuento del pasado.
Los egresados universitarios del futuro, además de poseer una sólida formación, contarán con una serie de habilidades como liderazgo, creatividad, emprendimiento, conocimiento de idiomas, comunicación, trabajo en equipo, etc.
En el futuro se valorará a los profesionales no simplemente por lo que saben, sino por lo que hacen con lo que saben. A estos profesionales se les apreciará por ser verdaderos especialistas en la creación de lo que aún no existe.
Una última consideración: por definición, el futuro es la porción de tiempo que está por venir, que sucede al presente. Es decir, el futuro ya empezó.