Empecé a familiarizarme con el “pura vida” cuando inicié mi misión como embajador de Francia en San José, hace ya casi un año. Representa un ideal al que todos aspiramos: un bienestar general basado en condiciones de justicia, igualdad social, paz, educación y un ambiente sano.
Este ideal conjuga valores por los que Francia ha luchado desde el 14 de julio de 1789, fecha de la toma de la Bastilla, la cual plasma un hito en la historia contemporánea. El lema “Libertad, igualdad, fraternidad” adquiere una candente actualidad hoy en un mundo marcado por la incertidumbre y difíciles desafíos.
Estos valores, compartidos por Costa Rica y Francia, explican nuestra sólida asociación. Hoy, más allá de individualismos, deben primar la tolerancia, la voluntad de vivir juntos y de defender las normas y principios que unen a la comunidad internacional. La defensa del multilateralismo constituye el núcleo de la política exterior de Francia y de Costa Rica, como única vía para la convivencia de los 7.000 millones de habitantes de este planeta.
Nuestras relaciones bilaterales, siempre dinámicas, están fundamentadas en estos principios universales.
Acuerdo de París. En el plano político, la preservación del ambiente está en el centro de nuestras relaciones. Costa Rica desempeñó, en el 2015, un papel preponderante en las negociaciones sobre el cambio climático durante la COP21.
Defendemos, por ser cruciales para la sobrevivencia de las futuras generaciones, la aplicación del Acuerdo de París. En complemento a este, Francia presentará en setiembre en la ONU el proyecto de Pacto Mundial para el Medioambiente. Otras acciones bilaterales son la protección de manglares, el observatorio Cousteau, así como el trabajo en gestión de las ciudades, la movilidad urbana o la lucha contra la contaminación de cursos de agua.
Nuestra cooperación responde, también, a desafíos en materia de seguridad, de vital importancia en el contexto actual. Acciones de capacitación, misio-nes de expertos, perspectivas de desarrollo de nuestra cooperación marítima para luchar contra el narcotráfico, son parte importante de nuestra relación bilateral. El combate al crimen organizado y la lucha contra el terrorismo constituyen uno de los mayores retos.
El pura vida del costarricense atrae la atención de los franceses. Queda demostrado con la apertura, en noviembre pasado, de la conexión directa de Air France entre París y San José, la cual será permanente durante el año a partir de octubre próximo. Más allá del creciente flujo turístico, el nuevo enlace facilitará los contactos entre empresas de ambos países y reforzará los intercambios económicos y comerciales, a imagen de las inversiones francesas consecuentes efectuadas en este país durante los dos últimos años.
Estrechar lazos. He quedado gratamente sorprendido por la cantidad de costarricenses amantes de la lengua de Molière y de la cultura francesa. En ese ámbito, los lazos son profundamente estrechos y se diversifican cada vez más. La ampliación y modernización de las instalaciones del Liceo Franco-Costarricense, proyecto emprendido conjuntamente con el Ministerio de Educación Pública, es primordial. Su culminación coincidirá, en el 2018, con el 50.° aniversario del Franco, pieza fundamental de la presencia francesa en este país.
Paralelamente, la enseñanza del francés continúa en el sistema público gracias al firme apoyo de las autoridades costarricenses y a su estatus obligatorio en secundaria. Por otra parte, la movilidad estudiantil entre ambos países se multiplica, sustentada en acuerdos concluidos recientemente en materia de doble diploma y en reconocimiento de diplomas. Nuevos horizontes de cooperación se abren en temas de salud, cultura y turismo.
Apoyo. Al igual que defiende una Europa solidaria que rechaza el repliegue sobre sí misma y la indiferencia, Francia estará al lado de Costa Rica en la escena mundial. Mi país apoya activamente la candidatura costarricense a la OCDE; lo hace también valorando su estatus de observador en el seno de la Organización Internacional de la Francofonía, vector importante de desarrollo de su imagen en el mundo y de cooperaciones sur-sur.
Puedo afirmar que hago propio el pura vida y soy un embajador feliz. Feliz de sentir profundamente la amistad y la proximidad entre nuestros dos países, de constatar las muchas pistas de cooperación en las cuales ya nos hemos comprometido y las que vamos a abrir en un futuro próximo. Feliz finalmente de que podamos aportar juntos nuestra piedra a la edificación del mundo del mañana.
El autor es embajador de Francia.