Con la presencia del hombre, acceden al mundo los valores y los antivalores: el bien y el mal, lo justo y lo injusto, lo bello y lo feo. Los procesos naturales no implican valoraciones de ninguna clase, sino que sencillamente ocurren. Los animales de presa no atacan con odio, sino movidos por su necesidad de alimento; en general, los animales no compiten por la hembra movidos por la ira, sino por la necesidad de reproducción. La conciencia moral, mediante el juicio valorativo, proporciona la posibilidad de que el hombre no se exceda en el uso de sus fuerzas físicas e intelectuales, no solo respecto de sí mismo, sino también en su relación con el resto de los animales y con la naturaleza en general.
Valores y vida. Los valores constituyen construcciones mentales cuya conveniencia se prueba en la práctica. Estos conceptos se relacionan originalmente con las sensaciones de placer y dolor, que los animales superiores, en general, procuran obtener o evitar en su lucha por la conservación de la vida. Y, precisamente, la vida constituye el esencial punto de referencia que nos permite juzgar la calidad de los valores y asignarles su carácter positivo o negativo.
Por milenios, la presencia de las enfermedades, los sufrimientos y la muerte han movido los razonamientos y las investigaciones de los hombres, en busca de medicamentos para combatir las enfermedades, paliar los sufrimientos y conservar la salud, y en procura de una actitud razonable en relación con ellos. Las normas reguladoras de las relaciones humanas han estado presentes desde tempranos tiempos. Conforme avanza la civilización, las comunidades humanas se constituyen de acuerdo con normas transmitidas oralmente, así hasta la invención de la escritura, en que las leyes se graban para asegurar su conocimiento y guardar su memoria.
A medida que avanzan la civilización y la cultura, se ensayan, en las distintas grandes civilizaciones, diversas formas de constitución y gobierno políticos. En la antigua ciudad griega de Mileto surgió la primera democracia. La política estuvo presente en las consideraciones de los más antiguos pensadores griegos, y los siete sabios en parte se denominaron así por sus logros políticos, especialmente Solón, el gran legislador ateniense. En la República de Platón encontramos una descripción de las diferentes formas de gobierno y el juicio de Platón acerca de cada una de ellas.
Las obras éticas de Platón y de Aristóteles atestiguan el gran avance que se ha producido en el desarrollo de la conciencia moral griega, pero en la vida y las palabras de Sócrates encontramos el primer gran ejemplo de grandeza moral y hondura de pensamiento con respecto a las virtudes y la conducta dignas de los seres humanos. Este también es el parecer de Karl Jaspers, que sitúa a Sócrates, junto a Buda, Confucio y Jesús, entre los que llama los “hombres decisivos” en la historia de la humanidad.
Grandeza moral. Ellos elevaron sus actos y sus pensamientos a una grandeza moral ejemplar, capaz de disponer a sus discípulos y a millones de hombres al abrazo de una vida y obra similar a la suya. Aunque difieren en sus ideas respecto a la divinidad, ellos predican la hermandad entre los hombres, el amor al prójimo, la humildad y el respeto, la bondad y la justicia en el trato con los demás, incluidos los enemigos. Enseñan a enfrentarse con valor a las enfermedades, las desgracias y la muerte. Al respecto, también las escuelas estoica y epicúrea han influido sumamente en el pensamiento y las acciones de los hombres hasta nuestros tiempos.
No obstante, históricamente la humanidad se ha infligido descomunales sufrimientos, injusticias y muerte. Frente al espanto de las guerras mundiales, en los años cuarenta del siglo XX surgió la idea de una unión mundial de naciones, capaz de buscar soluciones pacíficas a los conflictos internacionales y combatir en sus raíces la guerra y los crímenes.
Estas ideas, finalmente recogidas en la Carta de las Naciones Unidas, representan un gigantesco esfuerzo de creación y plasmación de valores éticos y políticos que ha gravitado fuertemente, desde su entrada en vigor, en el destino de la humanidad.
La Carta busca promover la paz, la justicia, el progreso, el respeto, la seguridad, la dignidad, la libertad y la igualdad entre los pueblos y en las personas. Se firmó el 26 de junio de 1945 en San Francisco, y entró en vigor el 24 de octubre del mismo año –hace 68 años–. El 10 de noviembre de 1948, la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas aprobó la Declaración Universal de los Derechos Humanos .
Pienso que la Carta de las Naciones Unidas y la Declaración Universal de los Derechos Humanos deben estudiarse y comentarse en las escuelas, colegios y universidades de todas las regiones, y constituirse en objeto de meditación y participación de todos los hombres y mujeres de la tierra.