Cuando el 6 de enero de 1977, la Asamblea Legislativa aprobó la Ley 6041, para la creación de la Comisión Nacional de Préstamos para la Educación (Conape), estaba dando un paso histórico para complementar los pilares de la democratización de la educación.
Conape ha sido la opción más clara y eficiente para financiar estudios con libertad de escogencia en condiciones asequibles. No se trata de ningún regalo, pues la persona le devuelve a la sociedad lo que le ha prestado.
Basta con leer la ley, analizar sus reglamentos y visitar las instalaciones de Conape para comprender que su visión no es comprensible a los ojos de la rentabilidad comercial empresarial, pero sí es muy rentable a los ojos de cada persona que ha podido finalizar sus estudios y tiene hoy un trabajo.
Sus características son fascinantes y ejemplificadoras en el mundo y está a la altura de tantos otros logros del país, como la educación gratuita, la creación del ICE, la educación superior pública, la banca estatal, el Tribunal Supremo de Elecciones, por citar solo algunos de los hechos e instituciones que han destacado en el desarrollo nacional y son ejemplo internacional.
Conape es apolítica, y actúa de forma independiente con una gran eficiencia, con autoridades del mayor nivel en su Consejo Directivo, y resguarda la visión económica, social y educativa como tarea principal junto con el acceso a las oportunidades.
Norte educativo. Ninguna entidad bancaria, cooperativa, asociación o similar ha logrado jamás acercarse en sus créditos educativos al esquema y eficiencia de Conape, porque para aquellos no es su finalidad la educación. Por más que una entidad financiera, sea social o no, estuviera procurando desarrollar el crédito educativo, no podría hacerlo dentro de su esquema funcional y más bien debería abocarse a lo que hizo aquella Asamblea Legislativa hace 40 años: crear una entidad especializada para esa función.
Bajo todo concepto, pensar en que la Comisión de Préstamos pase a formar parte de un banco de fomento como una de sus líneas de acción es a todas luces un retroceso; es dar marcha atrás en avances democráticos y educativos y afectar a una de las más nobles instituciones del país, que silenciosamente, pero con presencia determinante, apoya el estudio de miles y miles de costarricenses a lo largo y ancho del país, e incluso internacionalmente.
No se justifica. Luego de estudiar con detenimiento el proyecto de creación del Banco Costarricense de Fomento, no se puede extraer ninguna razón que justifique este retroceso, más que el ayudar a capitalizar un banco nuevo gracias a la solidez de Conape, aun cuando, en todo caso, tampoco es tan grande su aporte en relación con los números que manejan los otros bancos estatales comerciales.
El tema del Banco Crédito Agrícola tiene muchos otros matices para trabajar bajo la óptica financiera y económica, y la discusión del proyecto de ley debe enfocarse en otros aspectos y valorar en todo caso si es necesaria su creación, teniendo ya estructurados bancos tan sólidos como el Nacional, el de Costa Rica y el Popular, que cuentan con experiencia, conocimiento, recursos y especialización en fideicomisos, banca internacional y otros de los puntos que se mencionan en el proyecto del Banco Costarricense de Fomento.
Siempre se ha hablado más bien de evitar duplicidades de la banca pública y hay que analizar si crear un banco adicional, por el contrario, es realmente necesario, pero en esta discusión no debería estar siquiera mencionada Conape, que nada tiene que hacer en un banco.
Señores legisladores, así como hace 40 años sus antecesores dieron una luz de esperanza y causaron alegría a nuestra patria con la creación de Conape, les rogamos a ustedes que continúen iluminando la esperanza excluyendo a la Comisión de este proyecto, y reafirmen de esta manera el compromiso con la democratización de la educación.
Porque tal como se muestra en la obra cinematográfica protagonizada por Robert Redford y Demi Moore, cuando hay un conflicto entre valores y temas económicos, son los valores los que deben prevalecer. En este sentido, la democratización de la educación está en juego y tocar la institucionalidad de Conape no deja de ser una “propuesta indecorosa”.
El autor es administrador de negocios.