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La tentación del déspota

Occidente cae en la trampa de la guerra fría y solo busca a alguien que ponga orden

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MADRID – Cuando le preguntaron por el dictador nicaragüense Anastasio Somoza, el entonces presidente de Estados Unidos Franklin D. Roosevelt supuestamente contestó: “Puede que sea un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta”. Apócrifa o no, esta salida presidencial compendia en buena medida la política exterior de EE. UU. durante la guerra fría y resume la visión compartida en Occidente respecto de una parte relevante del mundo durante esa época.








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