Don Jaime Gutiérrez Góngora hizo algunas afirmaciones temerarias en su artículo “Los sindicatos son más que un estorbo” ( La Nación, 25/9/2015).
Elucubra el autor de tal forma, sobre los sindicatos, que pierde su señorío literario al colocar a las organizaciones laborales en el limbo de lo satánico y lo criminal.
El señor Góngora expresa que “la idea fundamental del sindicalismo es la destrucción del orden capitalista y no su eventual reforma”; semejante opinión jamás la había escuchado en mis años de dirigente.
La idea fundamental de un sindicato es el bien común de sus afiliados y la defensa de sus intereses, cuando estos se ven amenazados. El estado de guerra planteado por don Jaime no es más que una visión borrada en el tiempo.
No es verdad que una asociación de trabajadores solo tenga sentido si se entiende como un arma de destrucción; esto es desconocer la realidad de las organizaciones, sus principios y fundamentos legales.
Desde la óptica expuesta, se estaría convulsionando nuestro sistema democrático por el simple hecho de conformar una unión de personas trabajadoras, a las cuales coloca al filo de organizaciones criminales.
Si fuera correcta esta apreciación, entonces, organismos internacionales que las apoyan, como la OIT (órgano de las Naciones Unidas), que les da vida, estarían fomentando el delito.
Tampoco es cierto que “el atractivo fundamental del sindicalismo para los trabajadores es su convencimiento en que este gremio tiene éxito en lograr salarios más altos a largo plazo para sus asociados”.
Este puede ser uno de los muchísimos objetivos, dentro de la lógica laboral, pero no es el principal.
La atomización de la sociedad y su comportamiento, la diversidad de actividades y los múltiples intereses que rodean la vida nacional han cambiado los objetivos sindicales, lo que, al parecer, desconoce don Jaime.
La defensa de la persona trabajadora contra atropellos laborales, dígase despidos injustificados, leyes abusivas, pretensión de legalizar despidos, etc., son objetivos aún más importantes que tocar las arcas del Estado o de las empresas.
Necesidad. Y sí, don Jaime, el tiempo me ha demostrado, al menos a mí, que la asociación de trabajadores en sindicatos es necesaria.
No existe otra forma de unión más eficaz para defenderse de los atropellos. No es lo mismo estar solo que aupado por un grupo que puede tomar decisiones en defensa de los más débiles que, se quiera o no, son siempre el objetivo de los agresores laborales.
En esos casos es cuando toma fuerza aquello de que “unidos todo es posible”.
No debe confundirse socialismo con sindicalismo, al menos no en la actualidad, aunque el primero guarde fundamentos para el segundo.
Las luchas laborales dejaron de tener ideología política hace mucho tiempo para enfocarse en los intereses de las personas, su razón de existir.
Que se escriba orientando el artículo a un gremio en particular y en lo dicho por un dirigente determinado, hace incurrir al autor en un craso error de valoraciones sesgadas, poniendo en un mismo saco a todos los gremios.
Hoy, conceptualmente, las organizaciones laborales son esencialmente democráticas y apolíticas, donde se respeta la orientación ideológica o partidaria que puedan tener sus miembros para que prevalezcan los intereses colectivos, y los personales cuando se trata de la defensa individual (derechos humanos).
En el MOPT hemos, conformado una unión sindical guardando tales principios, respetando el espíritu democrático de nuestro país y creyendo en nuestro sistema judicial para resolver las diferencias, pero eso no implica que si alguien, o estamento político alguno, quiere imponer sus reglas en perjuicio evidente u oculto de los trabajadores, nos dejemos avasallar por un supuesto orden establecido.
Comparto esta cita interesante del diario La Estrella de Panamá: “La consolidación de un sistema democrático depende de la asociación entre la participación efectiva de la ciudadanía en el acontecer de la sociedad a que pertenece y la capacidad de un Gobierno para comprender las demandas sociales y propiciar políticas públicas objetivas, que den respuesta a las expectativas de la comunidad”.
Cuando lo anterior no se da en el contexto del trabajo de una empresa o institución o a partir del trabajo de un poder de la República, son las fuerzas unidas de los trabajadores las llamadas a propiciar el cambio o a salir en defensa de los intereses de los demás.
Héctor Arce Cavallini
Presidente AIC-MOPT