Quiero comentar la noticia, publicada el 21 de octubre en la página 8A de La Nación. Hace referencia al anuncio del alcalde de San José, Johnny Araya, en conferencia de prensa, sobre los problemas del ruido, aire y aguas en nuestra ciudad capital. La gran noticia es que el Gobierno francés “aprobó” recursos por la suma de $700.000 para financiar un estudio, con el fin de determinar si es posible poner en operación un tranvía eléctrico que cruce la ciudad de San José.
La primera pregunta que nos hacemos es ¿qué significa “aprobó”? ¿Prestados o regalados? La segunda pregunta es si esto lo coordina el Incofer o más bien se está pensando en “competencia”, como quien dice, cada quien por su lado.
Y este es el problema de siempre: hacer “estudios” significa, exactamente, nada. Un estudio se manda a hacer cuando sabemos qué es lo que se requiere y habiéndose establecido de previo la meta final por lograr.
Con el mismo tema y durante los últimos 31 años, existen ya un total de 37 estudios, unos más serios y profundos que otros. Uno de los estudios más completos es el del Gobierno de la República Checa, junto con empresas privadas de ese país, que comenzó en el año de 1996 y fue entregado durante el 2001 y el 2002. Pero, ¡oh ironías de la vida!, ¿quién lo gestiona ante ese Gobierno? La administración Figueres, la misma que le cierra las puertas al Incofer. Lógico, solo interesaba el estudio para poder decir que “estamos trabajando en ello”. Pero la realidad es que el Gobierno checo nunca recibió siquiera una carta de agradecimiento de su homólogo costarricense, mucho menos una invitación a ejecutar el proyecto, que hasta financiado y operando nos lo ofrecían.
El Incofer ha realizado, durante los últimos seis años, una labor muy encomiable “con las uñas”. Además, nos ha regresado la conciencia de que los trenes y tranvías son parte de cualquier ciudad moderna, reduciendo congestionamientos vehiculares y bajando los niveles de contaminación ambiental, utilizando energías renovables y limpias.
Sin embargo, ¿cómo lo han logrado muchas otras ciudades en el mundo? Aquí es donde está la clave del éxito: primero, sentar a todos los actores a una mesa, a decidir y esbozar un plan piloto para 15 o más años. El plan debe ser completo, incluyendo transporte urbano, interurbano y provincial. Deben participar todos los sectores del transporte público, ya que uno es complemento del otro, y nunca un plan de estos debe quedar en manos de políticos, pues su paso es demasiado fugaz y solo se convierte en otra de las ya trilladas “promesas de campaña”.
Ya es hora de hacer las cosas bien. Tenemos muchísimas muestras del caos que deja la falta de planeamiento y ejecución de planes globales. ¿Será que aprenderemos algún día? Y si no, por lo menos, copiemos a los que tuvieron éxito.