Los taxistas rojos deben hacerse la idea de que Uber llegó para quedarse, como llegaron, hace dos décadas, y se quedaron, los piratas. Antes que obstruir carreteras, antes que manifestarse como gente violenta, deben dar pasos para mejorar su servicio y competir con calidad. Si los piratas y los Uber han ganado clientela es porque los rojos la descuidaron.
Los piratas, por ejemplo, no solo tienen “paradas oficiales” donde cualquiera los contrata, sino una atención personalizada por celular. ¿Quién no conoce un pirata que da servicio de puerta a puerta? La relación con ellos es como la de un salvatandas. Se le conoce por su nombre y está disponible casi a cualquier hora, sin condiciones. Su atención suele ser cordial, tanto, que si se trata de un pasajero con limitaciones físicas, o mayor de edad, se convierten en su ayudante.
Con los Uber es casi igual. Desde un inicio, con el app celular, se conoce nombre, foto, placa y en cuánto llegará. Además, se tiene un aproximado de lo que va a cobrar. Eso es generar confianza. Por lo general, su auto está limpio, su vestimenta es políticamente correcta y su trato amable, a tal punto que ofrecen al pasajero escoger la ruta, si se viaja o no con aire acondicionado o con alguna emisora favorita. Lo mejor está al final, donde el cliente, desde la intimidad de su teléfono, califica el servicio en una escala de uno (malísimo) a cinco (excelente).
Los taxis rojos se han quedado rezagados. Su modelo de central telefónica es obsoleto y han sido incapaces de posicionar sus apps. Easy Taxi es una; Taxible es otra. Sin embargo, su mayor reto es la actitud. Algunos, al creerse en monopolio, han descuidado el servicio. A pocos les importa abrirle la puerta a su cliente; fijarse si el asiento está limpio o darle a escoger la emisora. ¿Aire acondicionado? ¡Nunca! ¿Vestimenta correcta? ¡Menos! ¿Confianzudos? ¡Muchos!
Las herramientas del Estado para anularles la competencia es mínima. La decisión más bien es de ellos. La asociación de taxistas debe ser para sobrevivir en competencia y no a la fuerza. La capacitación para tratar al cliente, es urgente, y la alianza con una plataforma tecnológica, imprescindible. Los rojos aún tienen opción de ser buen negocio, pero solo con una reinvención del servicio podrán atraer a los clientes que han ahuyentado.
El autor es jefe de Redacción en La Nación.