Con la Piedad de Miguel Ángel, la visita a la tumba del Beato Juan Pablo II y una oración en la Capilla del Santísimo Sacramento terminó la visita a la Basílica de San Pedro en el Vaticano. “¡Cuánto daría yo porque mamá pudiera ver todo esto!”, me dijo cargada de nostalgia una señora que no salía de su asombro al terminar el recorrido, justo en la Plaza San Pedro. Esta no era la primera vez que escuchaba algo así. San Giovanni Rotondo, Pietrelcina, Monte Sant’Angelo, Asís, Loreto, Monte Casino, Subiaco, Genazzano, Lanciano, Casia, Manopello, La Escalera Santa, la Abadía de las Tres Fuentes y las Basílicas de San Juan de Letrán, San Pablo Extramuros, Santa María la Mayor, la Santa Cruz de Jerusalén y San Pietro in Vincoli, entre otros santuarios en Italia, han sido “orgullosos testigos” de expresiones similares de varios compatriotas.
Turistas peregrinos. Debo confesar que ha sido grato darme cuenta que, en su mayoría, los ticos que tienen la oportunidad de visitar Italia, además de la cultura, el arte, la historia y la gastronomía, también tienen en mente un itinerario espiritual. Así pues, a la agenda turística de Roma, Florencia, Venecia, Milán o la Costa Amalfitana, casi siempre agregan varios santuarios. En la Embajada de Costa Rica ante la Santa Sede, además de gestionar gratuitamente las entradas a las audiencias papales que nos solicitan los costarricenses, hemos contactado y visitado a varios de los superiores de los principales santuarios católicos en Italia. Esto para poder ayudar a los turistas-peregrinos de nuestro país, y procurar que su estancia sea lo más agradable y espiritualmente productiva posible.
No obstante esto, era poco lo que pensaba podíamos hacer por esas mamás o papás, esos hijos, tíos, primos o amigos que no pudieron venir al viaje. Esos que de seguro serían los primeros en ver las fotos o las breves filmaciones de sus familiares o amigos, y en escuchar sus anécdotas cuando regresen a casa. Realmente parecía que todas estas personas, que componen la gran mayoría de la ciudadanía, debían resignarse a ser testigos silentes de las experiencias de otros; hasta que recibí una providencial llamada del Sistema Nacional de Radio y Televisión (Sinart), bajo la dirección de don Rodrigo Arias Camacho. Era Allan Trigueros, Subdirector de la Institución, que me comunicaba que el Canal 13 venía a cubrir la histórica beatificación de Juan Pablo II de mayo del 2011; y que, además, quería hacer otra entrega especial de algún tema inactual que fuera de interés para el país.
Costa Rica y México. Reaccionamos de inmediato, ofreciendo toda nuestra colaboración y, además, proponiendo hacer una nota sobre el Santuario de San Giovanni Rotondo, casa del Padre Pío de Pietrelcina. Esto porque pocos días antes, justo en una visita a este santuario, me habían informado que la pequeña Costa Rica estaba entre los dos países de América Latina que más aportan peregrinos al lugar (el otro es México, hogar de alrededor del 9% de los católicos del mundo y segundo país con más cantidad de católicos en el globo después de Brasil, según The Global Catholic Population del Pew Research Center). A mis interlocutores les pareció bien la idea; pero, dado el notable interés de los costarricenses por el santuario, mas que una nota propusieron filmar un documental.
Como suele suceder en la administración pública, las finanzas se convirtieron en el principal obstáculo para ejecutar este proyecto de cooperación: ni el Sinart ni la Embajada de Costa Rica ante la Santa Sede podíamos cubrir todos los costos. No obstante, haciendo grandes sacrificios, poniéndole “buena cara” a las incomodidades, contando con la ayuda de muchas personas desinteresadas (sacerdotes, religiosas y laicos), y con funcionarios tanto del Sinart como de la Embajada con un alto nivel de compromiso, creatividad y espíritu de aventura, la idea se concretó. Según me han informado tanto en el Sinart como gran cantidad de gente que ha visto el documental, el proyecto fue todo un éxito. De hecho, la última vez que pregunté lo habían transmitido varias veces en horarios de alto rating del canal y, según me informan, la gente sigue saturando su central telefónica cada vez que sale al aire. De hecho, dada la fuerte demanda, y la imposibilidad de regalar tantas copias en DVD, decidieron subir el documental a Internet ( sinart.go.cr ).
Documentales exitosos. No obstante esto, la aventura no terminó ahí. Luego de San Giovanni Rotondo, y ante la positiva reacción de los televidentes, el Sinart y la Embajada se encargaron de que las cámaras de Canal 13 visitaran otros de los santuarios preferidos por los ticos. El Vaticano, Asís y Tierra Santa (otro lugar donde nuestros colegas de la Embajada de Costa Rica en Israel también ofrecieron todo el apoyo), abrieron sus puertas a las curiosas miradas de nuestros compatriotas. Esta segunda etapa del proyecto también fue recibida con gran simpatía por las autoridades de los santuarios. Se obtuvo así toda la ayuda necesaria para proceder, desde la excepción de las altas tarifas que se cobran por hacer filmaciones para TV en estos sitios, hasta el hospedaje y el acompañamiento de especialistas que ayudaron como relatores o proveedores de información en las nuevas entregas.
Con satisfacción he sabido que estos nuevos documentales han sido también muy exitosos en nuestro país, y hasta son materiales usados en escuelas y colegios, por lo que ya se prepara el camino para cerrar el proyecto con una tercer visita a dos santuarios más (Pietrelcina, Pádova, Lanciano, Casia, Subiaco, Monte Sant´Angelo y Siracusa están entre los posibles candidatos).
Enriquecimiento del espíritu. Dice un adagio chino que “es mejor ver una vez a que te cuenten mil veces”. Sin duda no hay nada igual como estar de cuerpo presente en un lugar, sobre todo si se trata de un sitio de profundo contenido espiritual. No obstante, cuando la edad, las finanzas, la salud o el tiempo no lo permiten, ver con detalle y sin prisa un documental narrado con acento a patria es claramente mejor que esperar las fotos. “¡Es como haber estado ahí. No sabe cuánto me ha ayudado con mi dificultad el ‘visitar’ el santuario por medio de la televisión!”, me comentaba emocionada una agradecida señora en uno de varios correos electrónicos. No puedo ocultar mi satisfacción por haber colaborado con este proyecto, del que tantos costarricenses se han beneficiado.
Claramente, es un privilegio y una bendición poder laborar en una Embajada que tiene la oportunidad de abrir espacios para el enriquecimiento del espíritu. Contribuir a regar las flores en el jardín de los sentimientos es una empresa que se asume con placer. En nuestros informes a la Cancillería no es posible señalar los intercambios comerciales, dejamos el espacio en blanco pues aún no ideamos la forma de reportar la alegría que irradian los corazones agradecidos.