Todos los años, en esta época, muchos jóvenes deciden abandonar los estudios en una especie de rito de nuestro sistema educativo. También, para esta época, son oficiales las cifras de deserción intra-anual del curso lectivo anterior, en este caso del año 2012.
De acuerdo con el último dato, la deserción total (preescolar + primaria + secundaria) en el año 2012 fue de 53.896 estudiantes. El grueso de estos estudiantes, 37.763 (70%), corresponde a secundaria. En el caso de primaria, la tasa de deserción intra-anual es del 2,5%, que es la más baja en una década, y en secundaria es de un 10,7%, levemente menor a la del 2011. Como es costumbre, la deserción en la educación nocturna académica y técnica es muy superior 26,2% y 27,8%, respectivamente.
A pesar de la buena voluntad de las autoridades y de una que otra reforma en el sistema de evaluación, las cifras de abandono escolar se mantienen bastante estables en nuestro país. Evidentemente, el dinero de las becas Avancemos y Fonabe no son suficientes para retener a los estudiantes en las aulas. Y, aunque el factor económico pone en riesgo la continuidad de los estudios, no hay que olvidar el peso importante que tiene el ambiente escolar. La gran mayoría de quienes fueron expulsados del sistema educativo dicen que no estaban motivados para seguir estudiando.
Condiciones equitativas. Algunos pensarán que nada se puede hacer por estos jóvenes, pues no se pueden solucionar los problemas económicos de la casa, la violencia familiar, las drogas y otras circunstancias que ellos viven. Quienes piensan de esta forma, no ven una pronta solución al problema. En cambio, otros pensamos que la educación es una herramienta poderosa para crear condiciones equitativas para estos jóvenes, en las que puedan desarrollarse a pesar de las condiciones adversas. Esta última afirmación está respaldada por reportes de la OCDE, que muestran que hay factores más importantes que los económicos, y que aseguran el éxito educativo de los estudiantes.
Tal vez, la lección más importante que podemos aprender sobre cómo combatir la deserción está en países como Finlandia o Canadá, donde la calidad está unida a la equidad. Cada uno de estos países ha logrado cómo hacer realidad la frase “nadie se queda atrás”. Esto ha sido posible porque no se fomenta un sistema educativo competitivo, en el que unos son primeros y otros últimos, sino que se asegura una misma calidad para todos. Mientras no hagamos los cambios que se necesitan en este sentido, las cifras de deserción seguirán como ahora, sin muchos cambios.